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Cómo cambié de opinión sobre
la evolución

CIENCIA Y CRISTIANISMO

Serie dirigida por

Pablo de Felipe

Editado por
Kathryn Applegate & J. B. Stump

Cómo cambié
de opinión sobre
la EVOLUCIÓN

Reflexiones evangélicas sobre FE y CIENCIA






Dedicamos con amor este libro a nuestros hijos –Lucy y Josiah, de Kathryn; Casey, Trevor y Connor, de Jim– con la esperanza de que su generación ya no se verá forzada a tener que elegir entre fe y ciencia.

Contenido

Presentación de la serie Ciencia y Cristianismo

Prólogo a la edición española

Prólogo. Deborah Haarsma

Agradecimientos

Introducción. Kathryn Applegate y J. B. (Jim) Stump

  1. De las guerras culturales al testimonio conjunto: un peregrinaje en la fe y la ciencia. James K. A. Smith
  2. ¿Quién tiene miedo a la ciencia? Scot McKnight
  3. La conclusión inevitable. Ken Fong
  4. Aprendiendo a adorar a Dios por su obra en la evolución. Deborah Haarsma
  5. Un catedrático de Antiguo Testamento festeja la creación. Tremper Longman III
  6. Tomar partido por el Señor de la vida. Jeff Hardin
  7. Paz. Stephen Ashley Blake
  8. Aprender el lenguaje de Dios. Francis S. Collins
  9. Fe, verdad y misterio. Oliver D. Crisp
  10. La inspiración de un universo fascinante. Jennifer Wiseman
  11. Teteras hirviendo y simios remodelados. John Ortberg
  12. Del diseño inteligente a la creación evolutiva. Dennis R. Venema
  13. El viaje de un científico hacia una fe cristiana reflexiva. Praveen Sethupathy
  14. Un viaje a tientas. Dorothy Boorse
  15. Un creacionista evolutivo bíblicamente satisfecho. J. B. (Jim) Stump
  16. Una percepción acertada de la realidad. Daniel M. Harrell
  17. La controversia sobre la evolución en Norteamérica en perspectiva británica. N. T. Wright
  18. Reconciliar evolución y cristianismo: una evolución personal. Justin L. Barrett
  19. La evolución de un creacionista evolutivo. Denis O. Lamoureux
  20. Aprender de las estrellas. Laura Truax
  21. Así que, ¿crees en la evolución? Rodney J. Scott
  22. El espíritu de una creación en evolución: conjeturas de un teólogo pentecostal. Amos Yong
  23. Dos libros + dos ojos = cuatro requisitos para el testimonio cristiano. Richard Dahlstrom
  24. Descansar en Cristo, no en respuestas fáciles. Kathryn Applegate
  25. Espacios de sosiego. Richard J. Mouw

Presentación de la serie
Ciencia y Cristianismo

Centro de Ciencia y Fe - Fundación Federico Fliedner

La edición de este libro ha sido organizada desde el Centro de Ciencia y Fe (www.cienciayfe.es) de la Facultad de Teología SEUT (www.facultadseut.org), radicada en Madrid (España). Estas instituciones son parte de la Fundación Federico Fliedner (www.fliedner.es), entidad diacónica evangélica de carácter ecuménico, con un enfoque importante en la educación y la difusión del pensamiento protestante, entre otras áreas de diaconía.

Aunque el origen directo del Centro de Ciencia y Fe se remonta a finales de los pasados años noventa, el interés por las relaciones ciencia y fe en la Fundación Federico Fliedner puede encontrarse ya en su fundador, Federico Fliedner (Düsseldorf, 1845–Madrid, 1901).

Este pastor y teólogo alemán del siglo XIX, fue una de las piezas claves de la reconstrucción del protestantismo español en ese siglo, tras su llegada a nuestro país en 1869. A pesar de su trasfondo en el campo de las humanidades (se doctoró en Teología en Tubinga en 1867), Federico Fliedner también se interesó por el campo de las ciencias, en especial la medicina, que estudió ya en España, llegando a doctorarse en 1894 con una tesis sobre un tema innovador para la época, «La higiene escolar y los ejercicios corporales», que mereció la calificación de «admirable» por parte de Ramón y Cajal. El interés de Federico Fliedner por la ciencia en un sentido amplio, y sus relaciones con el cristianismo, se reflejó también en el impulso que, desde la precursora de Fliedner Ediciones (la Librería Nacional y Extranjera), dio a una publicación periódica denominada Revista Cristiana (Periódico científico y religioso), obra de divulgación que llegó a los 888 números entre 1880 y 1919.

Más de un siglo después, el actual Centro de Ciencia y Fe tiene el deseo de contribuir, desde el ámbito protestante, al estudio de las relaciones entre ciencia y fe. Se trata de una temática compleja en la que es necesario adoptar una perspectiva multidisciplinar que preste atención, no solamente a la teología y a las ciencias, sino también a la historia y la filosofía. De esta manera, será posible una más profunda comprensión de las complejas relaciones e influencias mutuas que han existido y existen entre ciencia y fe. Es nuestra esperanza que esta iniciativa sea de ayuda y guía para quienes desean iniciarse o profundizar en la apasionante relación entre la ciencia y la fe. Para ello ofrecemos un amplio abanico de publicaciones, conferencias, encuentros, cursos, talleres, etc., así como documentación gratuitamente disponible en línea.

Pablo de Felipe

Decano de la Facultad de Teología SEUT
(Fundación Federico Fliedner)

Andamio editorial– Grupos Bíblicos Unidos

Para Andamio editorial (www.andamioeditorial.com), la editorial de los GB Unidos, es un motivo de satisfacción incluir esta serie dentro de nuestro ya extenso catálogo con más de cuatrocientos títulos.

El pasado año 2018, los GB Unidos cumplieron su 50º aniversario de lo que denominamos el inicio de un testimonio evangélico en la Universidad española y en el mundo estudiantil y profesional.

En esa experiencia de testimonio en el mundo académico, nuestros estudiantes y profesores de ciencias han tenido que reflexionar y dialogar sobre las diferentes cuestiones que plantea la relación ciencia y fe. De hecho, uno de los primeros libros que Andamio editó y publicó en 1992 ya abordaba estas cuestiones: En el principio… Una perspectiva evangélica del debate sobre los orígenes. Posteriormente hemos publicado algunas obras más dentro de esta temática.

Los GB Unidos nunca hemos adoptado una posición institucional en cuanto al tema de los orígenes, en primer lugar, por las dificultades objetivas que entraña, y segundo, porque si bien el cómo y el cuándo se formó el universo, la vida y el ser humano plantean cuestiones y debates apasionantes, consideramos que responder al quién y por qué sí que es determinante. Estos dos últimos aspectos están muy claros y no ofrecen ningún tipo de dificultad para todos los cristianos.

Andamio, con esta serie en colaboración con la Fundación Federico Fliedner-Centro de Ciencia y Fe, da un paso más con el propósito de proporcionar títulos que de forma constructiva nos ayuden a reflexionar sobre cuestiones científicas relevantes y conectadas con la fe.

Esta serie no solo se concentrará en el tema de los orígenes, un debate apasionante, pero no el único ni el más importante. Queremos abordar cuestiones desde una perspectiva científica amplia, que afecten a diferentes campos, áreas como la ecología, la genética, la neurociencia o la geología entre otros.

Los científicos cristianos han demostrado una gran capacidad realizando contribuciones significativas a lo largo de la historia, y continúan haciéndolo en la actualidad.

Con esta serie queremos juntamente con el Centro de Ciencia y Fe de la Fundación Federico Fliedner poner a disposición del público de habla castellana toda una serie de textos que puedan ser de mucha utilidad para estudiantes y académicos en el mundo de la ciencia y a la vez para el público general interesado en estas cuestiones desde una perspectiva amplia.

Francisco Mira

Ex-Secretario General de GB Unidos

Prólogo a la edición española

La conversación en el despacho pastoral había entrado en punto muerto, como en alguna ocasión anterior, y constatar el creciente desencuentro generaba en ambas partes una clara desazón. Era consciente de estar frente a un siervo de Dios con todas las de la ley, alguien dedicado sin fisuras a la tarea pastoral, curtido en la defensa del Evangelio en tiempos adversos; un hombre de vida ejemplar, de entrega sin reservas a la causa y al pueblo de Dios, y de trato afable y sencillo. Era imposible no sentir más que auténtico respeto y admiración por él, y descubrirme en conflicto con todo lo que eso representaba no era tan solo incómodo sino doloroso.

Había crecido familiarizado con la Biblia, y desde niño fui consciente de que la gente a la que amaba y respetaba se tomaba su mensaje rigurosamente en serio y se esforzaba por vivir en coherencia con él; para ellos, igual que para mí, la Biblia era «lámpara a mis pies y lumbrera a mi camino». Sin ser especialmente consciente de ello, daba por hecho que cualquier texto bíblico, de la índole que fuera, era digno de confianza. Eso incluía, por qué no, los relatos de Génesis sobre los orígenes, y otras narrativas del Antiguo Testamento que proyectaban una visión del universo, de la tierra y de los seres humanos como algo relativamente reciente. Cualquier consulta de la literatura «científica» disponible en las bibliotecas de mi entorno evangélico me remitía sin excepciones a una única posibilidad: el relato bíblico de Génesis era la única fuente autorizada a todos los efectos.

Pero, de un tiempo a esta parte, las cosas se me habían complicado. Con la vida universitaria recién inaugurada y una fuerte atracción por la ciencia, mis dudas sobre cómo compaginar mis intereses científicos con esa formación bíblica recibida desde la infancia iban en aumento. En la época de la que estoy hablando, finales de los 60 y principios de los 70, España no destacaba precisamente por tener una cultura científica abundante y accesible a un universitario neófito como yo. Aun así, mis contactos incipientes con ella sembraban inquietud en lo que hasta entonces habían sido convicciones firmes. Sin ser particularmente contundentes ni polémicos sobre el tema, la mayoría de mis profesores y de mis lecturas daban por sentado que la tierra era muy antigua, y que los seres vivos, humanos incluidos, eran el resultado de dilatados procesos de evolución a partir de precursores más sencillos. Todo ello planteaba un innegable desafío a los esquemas creacionistas en los que hasta entonces se había desenvuelto mi incipiente vida intelectual.

Y de ahí mis conversaciones con el pastor. ¿Cómo compaginar la confianza en la Escritura, en el mensaje de la salvación en Jesucristo que daba sentido a mi vida, con la creciente percepción de que el relato bíblico, interpretado en sentido literal como crónica y descripción factual de los orígenes, estaba en aparente contradicción con las afirmaciones de la ciencia? Las narrativas de Génesis, ¿constituían o no un referente científicamente válido del inicio del universo, de la vida en la tierra y de la aparición de los seres humanos? La respuesta a esas preguntas, aunque arropada en sincera solicitud pastoral, era poco reconfortante: «Tienes que tomar partido; el mensaje de la Biblia es un todo: o lo aceptas, o lo rechazas». Como diríamos hoy, «es lo que hay».

Sospecho que muchos de los potenciales lectores de este libro, al igual que los 25 autores que han contribuido al mismo, se han enfrentado a dilemas similares. ¿Es inevitable el conflicto entre ciencia y fe? ¿Hay que tomar necesariamente partido entre la postura de la ciencia actual y la que atribuye a los textos bíblicos total validez científica en términos cosmológicos, geológicos o biológicos?

En 2011 una influyente empresa de sondeos de opinión especializada en temas de fe y cultura publicó un estudio analizando las razones por las que 6 de cada 10 jóvenes de EE.UU. abandonan la iglesia (https://www.barna.com/research/six-reasons-young-christians-leave-church/). Más de un tercio de los encuestados indicó como motivo principal de su defección la percepción de que «la iglesia lleva el paso cambiado en temas de ciencia», y una cuarta parte afirmó categóricamente que «la iglesia está en contra de la ciencia». El estudio enfatizaba también el conflicto de jóvenes cristianos con vocación por la ciencia a la hora de conciliar la fe con el ejercicio profesional en instituciones o empresas científicas.

Volviendo a mis reminiscencias, con el tiempo descubrí que no estaba solo en mi aventura. Otros como yo, especialmente en círculos como los GBU, se debatían en conflictos similares. En connivencia con ellos me atreví a dialogar abiertamente sobre estas cuestiones, con la creciente convicción de que los mensajes de la Biblia y de la ciencia apelaban a realidades diferentes aunque complementarias del ser humano, y no tenían por qué ser antagónicos: aceptar las conclusiones de la ciencia no obligaba a rechazar el relato bíblico. Un primer paso providencial en esa dirección fue la obra de Bernard Ramm Evolución, biología y Biblia (Certeza, Buenos Aires, 1968). Aunque con retraso considerable respecto a la edición original (The Christian View of Science and Scripture, Eerdmans, 1954), el libro demostraba la posibilidad de conciliar una actitud abierta a los descubrimientos científicos, en particular hacia la evolución, con un respeto escrupuloso al texto bíblico. Aunque hoy pueda considerarse superado, el libro de Ramm representó para muchos de nosotros una bocanada de aire fresco. Desde esa complicidad inicial, con el apoyo mutuo y abiertos a una cada vez más amplia red de diálogo sobre estos temas, muchos hemos llegado a la conclusión de que la función primordial del relato bíblico no es proporcionarnos una descripción científica de los orígenes, sino presentarnos al Creador en toda su grandeza, gloria y providencia. Por consiguiente, los hallazgos de la ciencia no tienen por qué erosionar nuestra plena confianza en el mensaje central del Evangelio. Y de esa constatación ha surgido la necesidad de trasladar a nuestros hermanos en Jesucristo y a la sociedad en general la convicción de que el camino del diálogo entre la ciencia y la fe bíblica es posible, por difícil que lo pongan las posturas –frecuentemente vociferantes– que uno pueda encontrar en ambos extremos.

Este no es un libro de polémica, un foro de controversia para quienes busquen argumentos para el debate entre la fe y la ciencia. Es, por el contrario, un alegato a favor del diálogo. Los testimonios que recogen las páginas siguientes reflejan el peregrinaje de sus autores desde una perplejidad y una confusión parecida a la de mis inicios universitarios a la convicción de que el supuesto conflicto entre ciencia y fe es, en realidad, aparente, cuando uno toma consciencia de que en el siglo XXI sigue siendo posible «leer» el libro de la creación, sentirse asombrado y maravillado ante la obra del Creador, sin por ello dar la espalda a la evidencia científica sobre la realidad natural. Como señala Deborah Haarsma, presidenta de BioLogos en el prólogo, las historias que recoge el libro «reflejan confusión y conflicto, e incluyen duras críticas a las posturas contrarias a la evolución por parte de quienes fueron víctimas de tales conflictos. Pero, a la vez, hablan de arrepentimiento y de renovación al descubrir a Jesucristo como Salvador personal y Señor de toda la creación; son historias de esperanza y gozo, de alabanza a Dios por las maravillas de la creación, y sobre cómo aprender a vivir juntos como cuerpo de Cristo, a pesar de nuestras diferencias».

Es desde esta convicción, y con el ferviente deseo de que los testimonios de este libro puedan ser de ánimo a aquellos que comparten inquietudes semejantes a las mías de hace unas décadas, que me he ofrecido a traducir este libro, estimulado por los editores de Andamio editorial y de la Fundación Federico Fliedner, a quienes agradezco el apoyo recibido. Mi deseo y mi oración son que estas páginas ayuden a quienes, con honestidad intelectual y desde un firme compromiso con el Evangelio, buscan respuestas a sus interrogantes científicos, para que puedan así descubrir que no están solos en su camino.

David Andreu

Universidad Pompeu Fabra

Barcelona, noviembre 2018

Prólogo

Deborah Haarsma

Presidenta, BioLogos

Si tienes este libro en las manos, probablemente tienes curiosidad por saber cómo encaja la ciencia con la fe cristiana. Quizá te preguntes si un verdadero cristiano evangélico puede aceptar un planteamiento «ateo» como la evolución. O bien dudes de que un científico competente pueda aceptar «supersticiones» como las del cristianismo. En BioLogos escuchamos diariamente preguntas como estas. En primera instancia, se trata de cuestiones intelectuales, con respuestas que pueden encontrarse investigando las evidencias científicas, los argumentos teológicos y la propia Biblia. En biologos.org el lector puede encontrar gran cantidad de recursos que pueden ser de ayuda en este sentido.

Por otra parte, se trata también de cuestiones personales que involucran no solo la mente y las ideas sino, a nivel más profundo, el corazón y el espíritu, e inciden en las relaciones familiares y comunitarias. Las respuestas no hay que buscarlas tan solo en el discurso intelectual y la acumulación de evidencias no siempre es de ayuda. En este libro te invitamos a explorar estos temas a través de las historias personales de veinticinco personas que han transitado este camino. En sus páginas encontrarás las experiencias personales de científicos, teólogos y otros profesionales, y de sus encuentros con la evolución y la fe cristiana. Son historias que reflejan confusión y conflicto, e incluyen duras críticas a las posturas contrarias a la evolución por parte de quienes fueron víctimas de tales conflictos. Pero, a la vez, hablan de arrepentimiento y de renovación al descubrir a Jesucristo como Salvador personal y Señor de toda la creación; son historias de esperanza y gozo, de alabanza a Dios por las maravillas de la creación, y sobre cómo aprender a vivir juntos como cuerpo de Cristo, a pesar de nuestras diferencias.

Jesús dijo «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo» (Lucas 10:27). Los capítulos del libro ilustran cómo los autores han llegado a amar a Dios con sus mentes –incluyendo toda la evidencia de la ciencia moderna– a la vez que con sus corazones y almas. Si nos comprometemos a abordar estos temas juntos, con humildad y confiados en la dirección del Espíritu Santo, descubriremos nuevos planteamientos que son a la vez fieles a la Palabra de Dios y coherentes con su obra revelada en la creación. Sean cuales sean tus ideas sobre evolución y cristianismo, espero que estas páginas te ayuden a penetrar en las vidas de otros, a comprender mejor sus luchas, sus motivaciones y su fe. Compartiendo estas historias podremos entender mejor cómo amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, como Jesús nos mandó. La iglesia no necesita estar unificada en sus posturas sobre la creación, pero debe ser una en Cristo. Porque «en esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros» (Juan 13:35).

Agradecimientos

La idea de este libro surgió en 2011, cuando el filósofo y teólogo Thomas J. Oord lo propuso a la dirección de BioLogos y al editor Mark Russell. El plan original era recopilar entre cincuenta y sesenta ensayos breves de evangélicos (¡todos dentro de su propia denominación!) que aceptan la evolución, algo que el propio Oord consiguió más adelante con el libro que publicó junto con Sherri B. Walker, Nazarenes Exploring Evolution (SacraSage Press, 2013). Posteriormente, y en conversaciones con InterVarsity Press (IVP), se decidió publicar un libro que, con la mitad de ensayos, ofreciera mayor espacio para que los autores compartieran sus no siempre fáciles trayectos hacia la reconciliación entre la Biblia y la ciencia evolucionista. Estamos en deuda con Tom y Mark, así como con Darrel R. Falk, a la sazón presidente de BioLogos, por su labor preliminar y su continuo apoyo a este proyecto.

La mayoría de capítulos son ensayos totalmente nuevos, escritos específicamente para este libro. Algunos han aparecido anteriormente en el blog de BioLogos. Los textos de Francis Collins y de N. T. Wright se han tomado con permiso de sus libros, y el de John Ortberg se ha adaptado de uno de sus sermones, también con permiso. Ha sido un placer trabajar con los autores. Leer y releer sus historias ha sido enriquecedor. Pedimos a Dios que el valor que han demostrado al compartir sus experiencias anime a otros a hacer lo mismo.

Agradecemos a IVP, en particular a Andy Le Peau, haber supervisado este proyecto a lo largo de su trayectoria. Es un placer que este sea el primero de una colección de textos de BioLogos sobre ciencia y cristianismo. Para BioLogos es un gran privilegio poder colaborar con una editorial cristiana de primera fila como IVP, y esperamos poder aportar en el futuro nuevos títulos igualmente interesantes.

Trabajar en BioLogos es una experiencia de lo más gratificante. La presidenta, Deborah Haarsma, ha sabido crear un entorno con proyectos importantes a desarrollar y recursos para ejecutarlos. El resto del equipo se ocupa de potenciar nuestro trabajo y hacer que el trabajo de oficina sea agradable. BioLogos no existiría sin la visión de Francis Collins y otros. Este libro es la prueba de que la iniciativa de Francis al fundar BioLogos sigue muy viva. Su labor ha permitido abrir líneas de diálogo sobre ciencia con los evangélicos norteamericanos; sin esos contactos, historias como las de este libro no habrían podido contarse.

Finalmente, queremos agradecer el aliento y la paciencia de nuestras familias durante la gestación de este libro. Solo con su apoyo ha sido posible cumplir con los objetivos y a la vez preservar la armonía familiar. Con un reconocimiento particular a Brent, el esposo de Kathryn, y a Chris, la esposa de Jim, que han vivido muy de cerca ese proyecto.

Introducción

Kathryn Applegate y J. B. (Jim) Stump

A todo el mundo le gustan las historias. Las memorias son un género literario cada vez más popular entre el público. Son historias que interesan porque suelen ser diferentes a las nuestras. Leer de alguien que ha crecido en un circo, ha vivido en Nepal o ha conseguido pasar un año sin internet nos llama la atención y nos permite asomarnos al mundo con los ojos de otros. A veces, en cambio, las historias interesan porque reflejan en parte nuestra propia experiencia. Nos dicen que no estamos solos y, en los mejores casos, nos ayudan a navegar y a interpretar de forma enriquecedora nuestras vivencias.

Esperamos que este libro pueda cumplir ambos objetivos. Sabemos que entre los lectores habrá personas profundamente recelosas de la evolución. Gente que ha oído a Richard Dawkins, un ardiente defensor de la misma, burlarse de la religión, tachándola de «virus mental». O que han escuchado a Ken Ham, un creacionista defensor del modelo de la tierra joven, alertar a sus numerosísimos seguidores de que «la evolución a lo largo de millones de años» –sumariamente desestimada como «palabras de hombres»– es una idea sin fundamento que contradice claramente el mensaje de Génesis y arrastra inevitablemente al ateísmo o, peor aún, al cristianismo liberal. Hay posturas más matizadas, pero suelen pasar desapercibidas en el fragor de la retórica polarizada de ambos extremos.

BioLogos representa una opción diferente. Nos hemos propuesto invitar a la iglesia y al mundo a comprobar que es posible armonizar la fe bíblica con la ciencia si se contempla la creación de Dios desde una perspectiva evolutiva. Muchos de nosotros somos científicos creyentes para quienes la evidencia a favor de la evolución es tan fuerte que nos parece que ignorar el tema es ser injustos con el mensaje de Dios en su creación. Otros son biblistas y teólogos –incluyendo algunos apasionados defensores de la historicidad de Adán y Eva– que no ven base escritural alguna para rechazar la evolución, incluyendo la de los humanos. Les preocupa además que la Escritura se utilice para responder a preguntas del siglo XXI que no estaba destinada a responder. Los pastores y educadores tienen evidencia de primera mano del impacto catastrófico que la falsa dicotomía creación-evolución ha supuesto en aquellos círculos evangélicos que han decidido alentarla. Han visto a jóvenes cuyos estudios les han aportado pruebas palpables de la evolución forzados a tener que escoger entre la ciencia y la fe.

Según un reciente sondeo de la empresa Gallup, el 69% de los estadounidenses que asisten semanalmente a la iglesia cree que Dios creó a los seres humanos en su forma actual hace menos de diez mil años. De hecho, una mayoría de cristianos evangélicos1 está convencida de que no es posible aceptar la abrumadora evidencia a favor de la evolución y a la vez mantener una fe vigorosa en Jesucristo como Señor y Salvador. Durante el pasado año, más de medio millón de personas han visitado la web de BioLogos y, día tras día, tenemos noticia de lectores que nunca hasta ahora habían encontrado un evangélico que aceptara la evolución. Si formas parte de este grupo, permítenos presentarte a varios de ellos. Las veinticinco narrativas –mini-memorias, si así se las prefiere llamar– que componen este libro permiten vislumbrar el mundo de la ciencia y la fe con los ojos de cristianos comprometidos que aceptan la evolución como ciencia. Provienen de trasfondos diversos y han seguido distintos derroteros hasta aceptar la evolución. Sus relatos no siempre contienen argumentos técnicos a favor de la evolución –que pueden obtenerse de diversas fuentes, por ejemplo, en biologos.org– pero constituyen un testimonio fehaciente de que hay cristianos convencidos que aman al Señor Jesús, admiten la autoridad de la Biblia y a la vez aceptan la evolución.

Para quienes se identifican con la postura de creación evolutiva aquí representada, esperamos que los relatos de este libro transmitan resonancias de sus propias historias. Todos necesitamos ejemplos, gente que nos ha precedido y con la que poder identificarnos. Varios de los autores resaltan la importancia de mentores o grupos de apoyo cristianos con los cuales intercambiar libremente ideas. BioLogos proporciona a muchos un entorno de ese tipo. Te invitamos a sumarte al diálogo en nuestra web o a compartir tu propia experiencia
(stories@biologos.org).

Un elemento esencial de cualquier buena historia es el perfil del protagonista. A pesar de lo que el título pueda sugerir, no todos los autores han experimentado una conversión radical desde el creacionismo2 de la tierra joven u otras posturas anti-evolucionistas (N. T. Wright, el famoso erudito británico del Nuevo Testamento, describe el sentimiento anti-evolutivo en los Estados Unidos como una excentricidad exótica). Sin embargo, la mayoría reconoce haber experimentado una especie de disonancia cognitiva en la búsqueda de una visión coherente del mundo que tomara en cuenta tanto su fe cristiana como la ciencia evolutiva. Esa disonancia la genera un discurso omnipresente en nuestros círculos, según el cual ciencia y fe están en conflicto, sus respuestas a una misma pregunta son antagónicas y hay por tanto que decidir de cuál se fía uno. Si aceptamos que la ciencia se imponga a la religión, o la religión a la ciencia, nos veremos atrapados en un dilema.

Al cristiano que reflexiona le cuesta poco convencerse de que ni la ciencia ni la fe tienen respuesta para todo. La ciencia no puede decirnos mucho sobre Jesucristo o cómo tener relación con Dios, y uno puede leer la Biblia de tapa a tapa sin encontrar referencia alguna al ADN o a la mecánica cuántica. Es obvio que hay preguntas y preguntas: unas científicas, otras religiosas. Lo difícil es cuando ambas parecen relevantes como, por ejemplo, el tema de los orígenes de la humanidad. En esos casos, la única forma de avanzar es dejar que ciencia y fe dialoguen. Ello obliga a conocer, por un lado, a quienes practican la mejor ciencia y, por otro, a pensadores religiosos en quienes confiar. Obliga también a ser amable con todos, recordando que cualquier intento humano de conocimiento es finito y provisional.

Otro tema relacionado que aflorará repetidamente en este libro es la convicción de que toda verdad es de Dios. Tanto si esa verdad proviene de la Escritura como de un estudio detenido del mundo natural (¡aunque lo hayan realizado científicos no creyentes!), nuestros autores reconocen a Dios como la fuente última de verdad. Lo cual les proporciona una confianza inquebrantable en que, en última instancia, no puede haber contradicción entre ciencia y teología, ya que Dios es autor de ambas. Para describir la situación varios autores se refieren a los «dos libros» de la revelación, según recoge el salmo 19: «Los cielos cuentan la gloria de Dios» (v. 1) y «La ley del Señor es perfecta» (v. 7). Ambos libros se complementan.

En última instancia, ambas fuentes –la Palabra de Dios y el mundo por Él creado– impulsan a nuestros autores al asombro y la adoración. Sabemos que Dios nos ha dotado de mente y de curiosidad. Utilizar ambas en el trabajo científico constituye una expresión de amor a Dios. Lejos de desvanecer cualquier sensación de admiración, comprender cómo funciona el mundo natural aumenta la estima por el Creador. No es por ello nada insólito que un científico creyente confiese sentirse cercano a Dios mientras desarrolla su trabajo de campo o de laboratorio. La humildad, el asombro y la adoración son temas comunes a lo largo de este libro.

Confiamos en que la lectura de sus relatos te acerque a Dios y te haga comprender mejor su amor y provisión para el mundo y comprobar cómo ha actuado en las vidas de los hombres y mujeres que han compartido generosamente sus experiencias en este libro.


1. N. del T.: A lo largo de este libro se utilizan indistintamente los términos «cristiano», «evangélico» o «cristiano evangélico» como traducción de «Christian», que los autores usan en su acepción «fuerte», tipificada por el sector evangélico norteamericano, en contraste con el empleo «débil» del término como descriptor histórico-cultural, habitual en Europa.

2.2. N. del T.: En aras de la concisión, a partir de este punto traducimos sencillamente como «creacionismo», omitiendo la especificación «de la tierra joven», el término inglés «young-earth creationism (YEC)», que distingue a los defensores de un universo de unos pocos miles de años, una lectura literal del Génesis, una creación en seis días de 24 horas, etc. Las menciones a otras modalidades de creacionismo se especificarán debidamente. Por otro lado, BioLogos y varios autores de la versión original utilizan el término «evolutionary creationism» (creacionismo evolutivo) para describir a quienes, desde una postura teísta, aceptan la evolución como modus operandi de la creación divina.