Félix Lope de Vega y Carpio
Rimas humanas y divinas.
Del licenciado Tomé
de Burguillos
Barcelona 2022
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Los que en sonoro verso y dulce rima
hacéis concepto de escuchar poeta
versificante en forma de estafeta,
que a toda dirección número imprima:
oíd de un Caos la materia prima, 5
no culta como cifras de receta,
que en lengua pura, fácil, limpia y neta
yo invento, Amor escribe, el tiempo lima.
Estas, en fin, reliquias de la llama,
dulce que me abrasó, si de provecho 10
no fueran a la venta, ni a la fama,
sea mi dicha tal, que a su despecho
me traiga en el cartón quien me dé fama,
que basta por laurel su hermoso pecho.
Celebró de Amarilis la hermosura
Virgilio en su Bucólica divina,
Propercio de su Cintia, y de Corina
Ovidio en oro, en rosa, en nieve pura.
Catulo de su Lesbia la escultura 5
a la inmortalidad pórfido inclina,
Petrarca por el mundo peregrina
constituyo de Laura la figura.
Yo, pues amor me manda que presuma
de la humilde prisión de tus cabellos, 10
Poeta Montañés, con ruda pluma,
Juana, celebraré tus ojos bellos,
que vale más de tu jabón la espuma,
que todas ellas, y que todos ellos.
A ti la lira, a ti de Delfo y Delo,
Juana, la voz, los versos y la fama,
que mientras más tu hielo me desama,
más arde amor en su inmortal desvelo.
Criome ardiente salamandra el cielo, 5
como Sirena a ti, menos la escama,
para ser mariposa no eres llama,
fuerza será mariposar en hielo.
Mi amor es fuego elemental segundo,
de Scitia tu desdén los hielos bebe, 10
tal imposible a mi esperanza fundo.
Pues a decir que fuéramos se atreve,
cuando no los hubiera en todo el mundo,
yo Amor, Juana desdén, su pecho nieve.
Versos de almíbar y de miel rosada
Amor me pide, siempre que me topa,
y dame acíbar en la dulce copa
de un partido clavel, gloria penada.
Yo cantaré con lira destemplada, 5
o Sirena bellísima de Europa,
tu enfaldo ilustre, tu jabón, tu ropa
del patrio río en su cristal bañada.
Quien no me entiende, como yo me entiendo,
sepa, dejando lo Aristarco aparte, 10
que del profano vulgo me defiendo.
Bien fuera justo del Flamenco Marte
cantar las iras, pero yo pretendo
templar tristezas, despreciando el arte.
Llevome Febo a su Parnaso un día,
y vi por el cristal de unos canceles
a Homero y a Virgilio con doseles,
leyendo filosófica poesía.
Vi luego la importuna infantería 5
de poetas fantásticos noveles,
pidiendo por, principio más laureles
que anima Dafnes y que Apolo cría.
Pedile yo también por estudiante,
y díjome un bedel: «Burguillos, quedo: 10
que no sois digno de laurel triunfante».
«¿Por qué?», le dije; y respondió sin miedo:
«Porque los lleva todos un tratante
para hacer escabeches en Laredo.»
Excelso monte, cuya verde cumbre
pisó difícil poca planta humana,
aunque fuera mejor que fuera llana,
para subir con menos pesadumbre.
Tú que del Sol a la celeste lumbre 5
derrites loco la guedeja cana,
y por la hierba de color de rama
deslizas tu risueña mansedumbre.
A tu fuente conducen mi persona
Poeta en pelo, mientras tengo silla, 10
vanos deseos de inmortal corona.
Que para Don Quijote de Castilla,
desdichas me trajeron a Helicona,
pudiéndome quedar en la Membrilla.
Bien pudo yo pintar una hermosura,
y de otras cinco retratar a Elena;
pues a Filis también, siendo morena,
ángel Lope llamó de nieve pura.
Bien puedo yo fingir una escultura 5
que disculpe mi amor, y en dulce vena
convertir a Filene en Filomena,
brillando claros en la sombra oscura.
Mas puede ser que algún lector extrañe
estas musas de amor hiperboleas, 10
y viéndolas después se desengañe,
pues si ha de hallar algunas partes feas,
Juana, no quiera Dios que a nadie engañe:
basta que para mí tan linda seas.
Púsose Amor en la nariz el dedo,
jurando por la vida de Acidalia,
castigar mi rigor, aunque a Tesalia
fuese por hierbas para algún enredo.
Y Juana por la puente de Toledo 5
más en Holanda, que en Tabí de Italia
pasó con cuatro puntos de sandalia;
máteme Amor, si medio punto excedo.
Del pie a mis ojos, de su pie despojos,
tal flecha de oro entonces enarbola, 10
como la que a Felipe daba en ojos.
Pero halló el Macedón farmacopola,
yo no, que con la flecha por los ojos
remedio espero de la muerte sola.
Érase el mes de más hermosos días,
y por quien más los campos entretienen,
señora, cuando os vi, para que penen
tantas necias de amor filaterías.
Imposibles esperan mis porfías: 5
que, como los favores se detienen,
vos triunfaréis cruel, pues a ser vienen
las glorias vuestras y las penas mías.
No salió malo este versillo octavo;
ninguna de las musas se alborote 10
si antes del fin el sonetazo alabo.
Ya saco la sentencia del cogote;
pero, si como pienso, no le acabo,
echárale después un estrambote.
Caen de un monte a un valle entre pizarras
guarnecidas de frágiles helechos,
a su margen carámbanos deshechos,
que cercan olmos y silvestres parras.
Nadan en su cristal ninfas bizarras, 5
compitiendo con él cándidos pechos,
dulces naves de amor, en más estrechos
que las que salen de españolas barras.
Tiene este monte por vasallo a un prado,
que para tantas flores le importuna 10
sangre las venas de su pecho helado;
y en este monte y líquida laguna,
para decir verdad como hombre honrado,
jamás me sucedió cosa ninguna.
Dormido Manzanares discurría
en blanda cama de menuda arena,
coronado de juncia y de verbena,
que entre las verdes alamedas cría;
cuando la bella pastorcilla mía, 5
tan sirena de amor como serena,
sentada y sola en la ribera amena,
tanto cuanto lavaba nieve hacía.
Pídele yo que el cuello me lavase,
y ella, sacando el rostro del cabello, 10
me dijo que uno de otro me quitase;
pero turbado de su rostro bello,
al pedirme que el cuello le arrojase,
así del alma, por asir del cuello.
Si entré, si vi, si hablé, señora mía,
no tuve pensamiento de mudarme;
máteme un necio a puro visitarme,
y escuche malos versos todo un día.
Cuando de hacerlos tenga fantasía, 5
dispuesto el genio, para no faltarme
cerca de donde suelo retirarme,
un ministril se enseñe a chirimía.
Cerquen los ojos, que os están mirando,
legiones de poéticos mochuelos, 10
de aquellos que murmuren imitando.
¡Oh si os mudasen de rigor los cielos!
Porque no puede ser (o fue burlando)
que quien no tiene amor pidiese celos.
Como si fuera cándida escultura
en lustroso marfil de Bonarrota,
a París pide Venus en pelota
la debida manzana a su hermosura.
En perspectiva Palas su figura 5
muestra, por más honesta, más remota;
Juno sus altos méritos acota
en parte de la selva más oscura;
pero el pastor a Venus la manzana
de oro le rinde, más galán que honesto, 10
aunque saliera su esperanza vana.
Pues cuarta diosa, en el discorde puesto,
no solo a ti te diera, hermosa Juana,
una manzana, pero todo un cesto.
¿Qué estrella saturnal, tirana hermosa,
se opuso, en vez de Venus, a la Luna,
que me respondes grave e importuna,
siendo con todos fácil y amorosa?
Cerrásteme la puerta rigurosa, 5
donde me viste sin piedad alguna,
hasta que a Febo en su dorada cuna
llamó la aurora en la primera rosa.
¿Qué fuerza imaginó tu desatino,
aunque fueras de vidrio de Venecia, 10
tan fácil, delicado y cristalino?
O me tienes por loco o eres necia:
que si soberbio soy para Tarquino,
ni tú romana para ser Lucrecia.
Surca del mar de amor las rubias ondas
barco de Barcelona, y por los bellos
lazos navega altivo, aunque por ellos
tal vez te muestres, y tal vez te escondas.
Ya no flechas, Amor, doradas ondas 5
teje de sus espléndidos cabellos;
tú con los dientes no le quites de ellos
para que a tanta dicha correspondan.
Desenvuelve los rizos con decoro,
los paralelos de mi Sol desata, 10
boj, o colmillo de elefante Moro
Y en tanto que esparcidos los dilata,
forma por la madeja sendas de oro,
antes que el tiempo los convierta en plata.
Aquí de Amor, que mata la dureza
de Juana, sin respeto de su grado,
el más impertinente Licenciado,
que en sus leyes formó naturaleza.
Lo de menos valor es la corteza 5
en cuantas cosas vemos que ha criado,
y a ti al contrario, el corazón te ha dado
de dura piedra en exterior belleza.
Pues no pueden mis quejas ablandarte,
bien merecieras, Juana rigurosa, 10
suceder en el mármol de Anaxarte.
¿Pero en qué piedra para ser mi losa,
pudiera el dulce Ovidio trasformarte,
si ya eres jaspe, de azucena y rosa?
Quien supiere, señores, de un pasante
que de Juana a esta parte anda perdido,
duro de cama y roto de vestido,
que en lo demás es blando como un guante;
de cejas mal poblado, y de elefante 5
de teta la nariz, de ojos dormido,
despejado de boca y mal ceñido,
Nerón de sí, de su fortuna Atlante;
el que del dicho Bártulo supiere
por las señas extrínsecas que digo, 10
vuélvale al dueño, y el hallazgo espere;
mas ¿qué sirven las señas que prosigo,
si no le quiere el dueño, ni él se quiere?
Tan bien está con él, tan mal consigo.
Señora mía, vos habéis querido
a cautela de amor entretenerme,
de suerte que ya estoy para perderme
al mayor imposible reducido.
Par el tiempo que cobre mi sentido, 5
piadosa prometéis favorecerme,
¿si fuisteis vos quien pudo enloquecerme,
dónde hallare lo que he por vos perdido?
Vos sois la culpa, vos la causadora,
de este deliquio y amoroso exceso, 10
tanto vuestra hermosura me enamora.
Pero si está mi seso y mi suceso
en el que me quitáis, dulce señora,
dejad de ser hermosa y tendré seso.
Espíritus sanguíneos vaporosos
suben del corazón a la cabeza,
y saliendo a los ojos su pureza,
pasan a los que miran amorosos.
El corazón opuesto los fogosos 5
rayos sintiendo en la sutil belleza,
como de ajena son naturaleza,
inquiétase en ardores congojosos.
Esos puros espíritus que envía
tu corazón al mío, por extraños 10
me inquietan, como cosa que no es mía.
Mira, Juana, qué amor, mira qué engaños,
pues hablo en natural filosofía
a quien me escucha jabonando paños.