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foca investigación

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© Augusto Zamora R., 2018

© Ediciones Akal, S. A., 2018

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ISBN: 978-84-16842-35-3

Augusto Zamora R.

Réquiem polifónico por Occidente

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Estados Unidos, Rusia y China viven una paz armada que, en la próxima década, será menos paz y más armada. Mientras esto sucede, Europa, como los músicos del Titanic, asiste impertérrita a su naufragio, aparentemente complacida en su papel de perrillo faldero de la potencia norteamericana.

En la línea de Política y geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos, el nuevo libro de Augusto Zamora analiza la actual carrera armamentista, dos de los mayores focos de tensión mundial como son la península coreana e Israel (sin duda el mayor de ellos), y el nuevo diseño de Eurasia, con énfasis en el triángulo India-Pakistán-China. Y todo ello a partir de fuentes originales, oficiales y especializadas de primera mano, pues, con demasiada frecuencia, las fuentes intermediarias no informan, sino que hacen ideología. Y eso limita su fiabilidad, salvo cuando hacen lo que mejor saben: ser la voz de sus amos.

Aunque el contexto que dibuja no es particularmente halagüeño, tampoco se trata de ponerse apocalípticos. La razón última del presente trabajo es aportar un minúsculo grano de arena a la lucha, tantas veces fracasada, por la paz. Cierto es que, en el horizonte, se adivina la sombra de un conflicto mundial en ciernes, pero aún hay tiempo para crear las condiciones que permitan evitarlo; una de ellas, la esencial, la independencia europea de Estados Unidos. Si tal no se da, mal seguirán yendo las cosas para la península Europa.

Augusto Zamora R. está dedicado, en la actualidad, a la investigación y al periodismo. Fue profesor de Derecho internacional público y Relaciones internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid y embajador de Nicaragua en España hasta 2013. Ha sido profesor en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua y es profesor invitado en distintas universidades de Europa y América Latina. Fue director jurídico del Ministerio del Exterior y jefe de gabinete del ministro del Exterior de 1979 hasta 1990. Formó parte del equipo negociador de Nicaragua en los procesos de paz de Contadora y Esquipulas, desde su inicio hasta la derrota electoral del sandinismo. Abogado de Nicaragua en el caso contra EEUU en la Corte Internacional de Justicia y en otras causas en este tribunal, ha participado en numerosas misiones diplomáticas y negociaciones en Naciones Unidas, la OEA y el Movimiento de Países No Alineados.

Miembro de número de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, ha colaborado en los diarios españoles El Mundo y Público, así como en otros medios de prensa en España e Iberoamérica desde hace dos décadas.

Entre sus obras cabe destacar El futuro de Nicaragua (1995; 2.ª edición aumentada, 2001), El conflicto Estados Unidos-Nicaragua 1979-1990 (1996), Actividades militares y paramilitares en y contra Nicaragua (1999), El derrumbamiento del Orden Mundial (2002), La paz burlada. Los procesos de paz de Contadora y Esquipulas (2006), Ensayo sobre el subdesarrollo. Latinoamérica 200 años después (2008) y Politica y geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos (2016, con tercera edición ampliada en 2018).

 

 

La población general no sabe lo que está ocurriendo, y ni siquiera sabe lo que sabe.

Noam Chomsky

 

 

 

Somos una nación marítima. Al ser una nación marítima, estamos rodeados de mar. Debemos siempre dominar ese mar. Nosotros siempre vamos a dominar los océanos.

Donald Trump, discurso en la Academia Naval de Annapolis, Maryland, 25 de mayo de 2018

 

Los indicadores clave del Programa de Armamento deben garantizar ante todo la contención estratégica y neutralizar eficazmente las posibles amenazas… Porque si queremos ir adelante y queremos vencer, debemos ser los mejores.

Vladímir Putin, discurso en Sochi, 20 de noviembre de 2017

 

La Comisión Militar Central debe encabezar a las Fuerzas Armadas para que estén listas para pelear y ganar guerras, y para emprender las misiones y tareas de la nueva época que les sean encomendadas por el Partido y por el pueblo.

Xi Jinping, discurso ante la CMC, 3 de noviembre de 2017

 

 

Introducción. Introito sin misa

EEUU, Rusia y China viven una paz armada que, en la próxima década, será menos paz y más armada, muchísimo más y con armamentos más sofisticados y mortíferos. «Paz armada» es el nombre que se da al periodo entre el fin de la Guerra Franco-prusiana (1870-1871) y el inicio de la Gran Guerra (1914). Durante 43 años, las potencias imperialistas europeas se dedicaron a armarse hasta los dientes, a vista y jolgorio de sus pueblos, que celebraban como acontecimiento glorioso la botadura de un nuevo buque de guerra o la construcción de armamentos a cual más devastador. Los conflictos de intereses se acumulaban un año sí y otro también, sin que ninguno de los imperios implicados estuviera dispuesto a ceder un ápice en interés de otro y, menos, de la paz.

El recién creado Imperio alemán creía tener derecho a ser potencia colonial; Inglaterra veía con creciente preocupación cómo los productos alemanes disputaban con éxito sus mercados y cómo los intereses germanos penetraban con fuerza en Oriente Medio y África; peor aún, en 1898 Alemania decidió construir una potente marina de guerra que, en 1912, Londres vio como una grave amenaza a su hegemonía marítima de dos siglos. Francia, en fin, no digería la pérdida de Alsacia y Lorena, y, junto con Inglaterra, seguía con desconfianza el alineamiento de distintos países de Euro­pa con la potencia alemana. Finalmente, la acumulación de miedos, armamentos y contradicciones entre los cuatro imperios estalló, literalmente. Por ese camino vamos, mejor dicho, nos llevan, con la diferencia de que –en el presente– los medios de comunicación occidentales, cómplices necesarios del silencio, se afanan por ocultar, diluir o distorsionar la febril carrera armamentista y la fiesta de pólvora y átomos que se prepara ante la indiferencia general.

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A la Primera Guerra Mundial se la llama así por imperativo eurocentrista, pero fue, en la realidad histórica, una guerra entre cinco imperios europeos, a los que se unieron, residualmente, Japón y EEUU. Por una parte, combatieron los imperios británico, francés y ruso (éste hasta 1917, con el triunfo de la revolución bolchevique) y, por la otra, los imperios alemán y austrohúngaro, que llevaron de comparsa al caduco Imperio otomano, llamado, eufemísticamente, «el enfermo de Europa». Esa es una diferencia sustantiva con el presente. En este siglo xxi no hay imperios coloniales de donde reclutar colonizados y obtener recursos y mano de obra. Ocurre –hecho sustantivo– lo contrario. Antiguas colonias, como India, son hoy grandes potencias, y neocolonias, como China, son superpotencias. O son, como Irán y Pakistán, potencias regionales. En otras palabras, la Europa atlantista depende, por vez primera en cinco siglos, de sus propios recursos, humanos, energéticos y de materias primas.

Más grave aún si cabe, esas excolonias y exneocolonias son hoy los mayores rivales de Europa, en tanto que un aliado esencial en las dos guerras mundiales –Rusia/URSS– es el enemigo a derribar, según la doctrina de la OTAN. La estrategia atlantista parece tener definidos dos frentes de guerra: el frente ruso, que Washington ha decidido sea asumido casi totalmente por la UE/OTAN, y el frente del Pacífico, contra China, del que se encargaría específicamente EEUU. Las estrategias militares de los dos bandos marchan en esa dirección. Se enfrentarían, así, las dos mayores potencias terrestres –Rusia, China– y sus aliados (la mitad de Asia) contra la mayor potencia marítima –EEUU– y sus aliados atlantistas. Un verdadero conflicto mundial. El primero. Quizás el último.

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Una última y reciente prueba de la actual paz armada es la propuesta de la Fuerza Aérea de EEUU, presentada el 20 de septiembre de 2018, de realizar «la mayor expansión desde el final de la Guerra Fría: aumentar su número de escuadrones operativos en un 24 por ciento, de 312 a 386 para fines de 2030», según publicó el diario Air Forces Times. «Hoy, dijo [el jefe de personal, general Dave Goldfein], la Fuerza Aérea se ha convertido en un lugar que a menudo se “canibaliza” para enviar pequeños grupos, o incluso aviadores individuales, a participar en campañas ya en marcha… Pero ese no será el caso en una potencial guerra contra naciones similares con militares bien preparados como Rusia o China. La nueva Estrategia de Defensa Nacional del Pentágono se enfoca en lo que llama el regreso de la gran competencia de poder, y la Fuerza Aérea está cambiando su posición para estar preparada para ese conflicto.»

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El temor a una guerra con China y Rusia por causas no directamente relacionadas con los intereses estratégicos del país empieza a preocupar en las Fuerzas Armadas estadounidenses. Así lo expresó el teniente coronel recién retirado Daniel L. Davis, en un artículo en la prestigiosa revista The National Interest, de 25 de agosto de 2018: «Actualmente, Estados Unidos hace chanza de China asumiendo riesgos innecesarios, provoca a Rusia con operaciones militares en su frontera que de ninguna manera mejora nuestra propia seguridad, extiende garantías militares a países pequeños que podrían arrastrarnos a una guerra que nunca deberíamos combatir y participa en operaciones de combate activo en decenas de países donde no están en juego intereses de seguridad estadounidenses. Es necesaria una reforma urgente, sustantiva e inmediata en la forma en que llevamos a cabo la política de EEUU».

Desvelemos el mensaje. Davis dice que EEUU debe cesar en su política de desafío a Rusia y China, pues esa línea de conducta puede provocar un conflicto que dañaría, ahora sí efectivamente, la seguridad estadounidense; que países pequeños como los bálticos o Georgia no valen lo suficiente como para ir a una guerra con Rusia, y que debe evitarse la participación de EEUU en guerras como las de Siria o Afganistán, pues no hay intereses estratégicos de EEUU en peligro. En suma, que EEUU debe ocuparse de sus propios asuntos y olvidarse de su sueño –roto– de «poder policial internacional». Un aviso a la UE/OTAN de los nuevos aires que empiezan a correr en EEUU, donde cada día hay más ¿prudencia? respecto al creciente poder de Rusia y China y, aún más, a la alianza de hierro que están forjando esos dos países-continente. La moraleja es que, si EEUU cuida de sus asuntos, la Europa atlantista debe cuidar de los suyos, un cuidado que pasa por «una reforma urgente, sustantiva e inmediata en la forma en que lleva a cabo la política» hacia Rusia. Puede que Alemania, siempre separada de los borregos, lo esté haciendo ya, sin prisas, sin pausas y sin estridencias.

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Los medios de comunicación atlantistas no informan, no porque no haya hechos graves y relevantes de los que informar, sino porque los planes en marcha de la OTAN (que es decir EEUU: la Europa otánica es la cuchara, ni pincha ni corta) necesitan perentoriamente mantener desinformados a los pueblos europeos. Es su manera de contribuir al cerco incesante de la OTAN sobre las fronteras de Rusia y al peso cada vez más asfixiante de EEUU. De esa forma contribuyen al sepelio de lo que va quedando de la otrora poderosa península Europa, reducida cada vez más a su condición de apéndice de Asia.

Como ocurre con tantas cosas, tomar conciencia de la situación es paso imprescindible para, al menos, revertir parcialmente el derrape, pero ese paso sólo pueden darlo, en las circunstancias de la Europa de hoy, las fuerzas de izquierda. El auge de los nacionalismos y de movimientos y partidos neofascistas en Europa está acelerando el cataclismo europeo, al dejar a los países con escasas opciones de adaptación a los cambios trepidantes del mundo. Porque el mundo, más propiamente buena parte de Eura­sia, está cambiando aceleradamente y, de la mano de Rusia y China y el protagonismo creciente de India, está diseñando la estructura real del siglo xxi, que hará a Europa más periferia de lo que ya es.

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Una de las mayores paradojas derivadas del suicidio de la Unión Soviética es que ha tenido que desaparecer el Estado creado por Lenin para que florezca una parte relevante de los descubrimientos e inventos de los científicos soviéticos. Rusia lleva años haciendo realidad práctica esos descubrimientos e inventos –sobre todo en armamento, pero también en el campo civil–, que dan medida del nivel de desarrollo científico-técnico alcanzado por la URSS, así como de la rigidez de su sistema económico, que no supo sacar provecho de ese desarrollo. Lenin dijo que el comunismo era el socialismo más la electricidad. Ahora habría que decir que el comunismo será el socialismo más el desarrollo científico-técnico aplicado a resolver pobreza, hambre, desigualdades y, claro está, el colapso medioambiental y el cambio climático. El Estado soviético, como el Cid de la leyenda, sigue ganando batallas después de desaparecido y su largo brazo está siendo determinante en la nueva configuración del mundo.

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Los días 11 y 12 de septiembre de 2018 se celebró en Vladivostok el IV Foro Económico Oriental, promovido por Rusia para impulsar el desarrollo del Lejano Oriente ruso. A ese foro asistió, por vez primera, el presidente Xi Jinping, quien aprovechó, como suele pasar, dicho evento para celebrar distintos encuentros con otros mandatarios. Para Beijing, la asistencia de Xi permitió recalcar el nivel prioritario que da China a sus relaciones con Rusia. El plato fuerte fue el tercer encuentro, en lo que va de 2018, entre Vladímir Putin y Xi Jinping, quienes firmaron un nuevo paquete de acuerdos. De esa forma, China y Rusia continúan fortaleciendo «la asociación estratégica integral» entre ambas potencias, decididas, con firmeza que no conviene poner en duda, a establecer un nuevo orden mundial con, sin o contra EEUU (tan así, que se anunció poco después, en el polígono ruso de Tsugol, que Rusia y China realizarán regularmente ejercicios militares conjuntos). De guinda, en ese foro se dio, el 11 de septiembre –de amargos recuerdos– una reunión trilateral entre Rusia y las dos Coreas, al tiempo que Vladímir Putin invitaba a Moscú al presidente norcoreano para antes de que finalice 2018. (Otra sorpresa: la reunión de presidentes coreanos los días 19 y 20 de septiembre, para avanzar en sus propios acuerdos.) Dato a anotar: no asistió al Foro, uno de los más importantes de Asia, ninguna delegación europea. ¿Por miedo, como niño que se emboza con la sábana para no verle la cara al Coco? Asia se mueve. Europa no. Está paralizada.

*****

Desde Moscú, EEUU nos regala otra de sus prendas. Tras una reunión entre el secretario de Energía estadounidense, Rick Perry, y su homólogo ruso, Alexandr Novak, el 13 de septiembre de 2018, Perry afirmó que «Estados Unidos está en condiciones de enviar un mensaje a los países que no actúen civilizadamente para que sean castigados». Atacaba Perry a Irán y hacía admoniciones contra el gasoducto germano-ruso Nord Stream 2. El mundo entendido como un parvulario colosal con un duro maestro castigador… al que pocos hacen caso. Lo curioso, por decirlo de alguna manera, es que Perry nos devuelve al siglo xix, cuando los racistas-imperialistas europeos habían dividido el mundo entre civilizados, bárbaros y salvajes, siendo ellos, claro, los europeos, los civilizados. Perry sigue creyendo que Tarzán existe y que EEUU es «la nación indispensable», designada por Dios para gobernar el mundo. Y castigarlo. Pero China ha triplicado sus compras de petróleo a Irán, India las ha aumentado y Rusia ha afirmado que mantendrá los negocios energéticos con Teherán. El señor Rick Perry es ejemplo clínico de lo que ocurre cuando se abusa de las hamburguesas y los hotdogs, se ve sólo Fox News y no se ven más películas que las de Chuck Norris y Tom Cruise.

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Este libro se entenderá mejor si se conoce el anterior –Política y geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos–, pero no es imprescindible. Siguiendo su estela, se ha focalizado en una visión irreverente de la geopolítica, la carrera armamentista, dos de los mayores focos de tensión mundial (la península coreana e Israel, el mayor de ellos, como ha evidenciado el derribo de un avión militar ruso en Siria provocado por aviones israelíes, el pasado 19 de septiembre) y el nuevo diseño de Eurasia, con énfasis en el triángulo India-Pakistán-China. Otro punto a anotar es que hemos evitado los intermediarios. Las fuentes consultadas son, casi todas, originales, oficiales o especializadas en temas concretos, y el lector curioso puede verificar dichas fuentes acudiendo simplemente… a las fuentes. Las fuentes intermediarias demasiadas veces no informan, sino que hacen ideología, lo que las limita como fuentes fiables, salvo cuando hacen lo que mejor saben: ser la voz de sus amos.

Por lo demás, se quiere dejar claro que deseamos todo menos un conflicto mundial. El motivo último de este trabajo es aportar un minúsculo grano de arena a la lucha, tantas veces fracasada, por la paz. No se habla de un conflicto inmediato, sino de uno en ciernes de aquí a diez o quince años. Es decir, tiempo hay para crear condiciones que permitan evitarlo; una de ellas, la esencial, la independencia europea de EEUU. Si tal no se da, mal seguirán yendo las cosas para la península Europa.

Sic gloria transit mundi.

 

Septiembre de 2018