Personajes

por orden de intervención

 

COMENDADOR Fernán Gómez de Guzmán, comendador mayor de la Orden de Calatrava.

ORTUÑO Criado del comendador Fernán Gómez.

FLORES Criado del comendador Fernán Gómez de Guzmán.

MAESTRE Rodrigo Téllez Girón, maestre de la Orden de Calatrava.

LAURENCIA Labradora, hija de Esteban.

PASCUALA Labradora, amiga de la anterior.

FRONDOSO Labrador.

BARRILDO Labrador.

MENGO Labrador.

ALONSO Alcalde de Fuenteovejuna.

ESTEBAN Alcalde de Fuenteovejuna, padre de Laurencia.

JUAN ROJO Labrador. Tío de Laurencia.

REY Don Fernando, rey de Aragón.

ISABEL Doña Isabel, reina de Castilla.

MANRIQUE Don Manrique, maestre de la Orden de Santiago.

REGIDORRegidor de Ciudad Real.

REGIDOR Regidor de Ciudad Real.

LEONELO Estudiante de Salamanca.

CUADRADO Regidor de Fuenteovejuna.

CIMBRANOS Soldado.

JACINTA Labradora.

JUEZ Pesquisidor.

UN MUCHACHO, ALGUNOS LABRADORES y LABRADORAS y MÚSICOS

Época en que se desarrolla la acción: año 1476.

Acto I

 

ESCENA I

 

La acción se desarrolla en Villa de Almagro, en un salón del palacio de Rodrigo Téllez Girón, maestre de Calatrava

(Entran el COMENDADOR, Fernán Gómez de Guzmán, y sus criados FLORES y ORTUÑO.)

COMENDADOR: ¿Sabe el maestre que estoy
 en su villa?

FLORES: Ya lo sabe.

ORTUÑO: Aún no está aquí. Llega tarde.

COMENDADOR: ¿Y sabe también que soy
 Fernán Gómez de Guzmán?

FLORES: Es muy joven, no te asombre.

COMENDADOR: Por si no sabe mi nombre,
 decidle el rango que me dan
 de comendador mayor.

ORTUÑO: No falta quien le aconseje
 que de ser cortés se aleje.

COMENDADOR: Conquistará poco amor.
 La cortesía es un don
 para obtener amistad.
 Conseguirá enemistad
 si no le presta atención.

ORTUÑO: Si supiese un descortés
 cómo lo aborrecen todos,
 procuraría de mil modos
 mostrárseles más cortés.

FLORES: ¡Qué cansado es esperar!
 ¡Qué áspero y qué importuno!
 ¿Habéis conocido alguno
 tan necio e impuntual?
 Parece una bufonada,
 el muchacho aún no ha llegado.
 La cortesía ha olvidado.

COMENDADOR: La obligación de la espada
 que se ciñó, el mismo día
 que la cruz de Calatrava
 le cubrió el pecho, bastaba
 para aprender cortesía.

FLORES: Si esto es lo que piensas de él,
 pronto le conocerás.

ORTUÑO: Vuélvete, si en duda estás.

COMENDADOR: Sí, le quiero conocer.

(Entran el MAESTRE de Calatrava y acompañamiento.)

MAESTRE: Perdonad, por vida mía,
 Fernán Gómez de Guzmán;
 pues, hasta ahora, no me dan
 de que estáis aquí noticia.

COMENDADOR: Tenía queja de vos,
 que el amor y la crianza
 me daban más confianza,
 por quiénes somos los dos:
 vos maestre en Calatrava,
 yo vuestro comendador
 y muy vuestro servidor.

MAESTRE: El rey Fernando no estaba
 seguro de que vendríais.
 Un abrazo os quiero dar.

COMENDADOR: Mejor me debéis honrar,
 pues sin mí aquí no estaríais.
 Por vos he dado la cara
 para suplir vuestra edad.
 ¿No os acordáis?

MAESTRE: Es verdad.
 
Y por las señales santas
 que a los dos cruzan el pecho,
 que os lo pago en estimaros,
 y como a mi padre honraros.

COMENDADOR: De vos estoy satisfecho.

MAESTRE: ¿Qué hay de guerra por allá?

COMENDADOR: Estad atento, y sabréis
 la obligación que tenéis.

MAESTRE: Decid que ya lo estoy, ya.

COMENDADOR: Gran maestre don Rodrigo
 Téllez, que a lugar tan alto
 llegasteis casi de niño
 al tomar el maestrazgo
 por muerte de vuestro padre.
 El gran maestre de Santiago,
 el regente Juan Pacheco,
 a quien tuvisteis al lado
 para aprender sus
consejos,
 ya está muerto y os ha dado
 el gobierno solo a vos.
 Por eso estáis obligado
 
por cortesía y valor,
 y también por vuestros años
 a oír al comendador
 y cumplir en este caso
 con la vuestra obligación.
 Porque muerto Enrique Cuarto,
 dividida la nobleza
 entre aquellos partidarios
 de Juana, la Beltraneja,
 y de Isabel los vasallos,
 abierta está la contienda.
 Y así vengo a aconsejaros
 que juntéis los caballeros
 de Calatrava en Almagro,
 y a Ciudad Real toméis.

MAESTRE: ¿Os tengo a vos a mi lado?
 ¿Cuánta gente es menester?

COMENDADOR: Pocos tienen por soldados.
 Solamente sus vecinos
 y algunos pocos hidalgos
 que defienden a Isabel
 y llaman Rey a Fernando.
 Taparéis así la boca
 a quienes de vez en cuando
 murmuran que, por ser joven,
 sois un cobarde y un blando;
 y que os pesa más la cruz
 que lleváis con vuestro cargo,
 que la cruz roja en el pecho,
 símbolo del maestrazgo.
 ¡Sacad esa blanca espada,
 que habéis de hacer, peleando,
 tan roja como la cruz
 para que pueda llamaros
 maestre de la cruz roja!

MAESTRE: Don Fernán, tenéis razón
 y vos estáis en lo cierto.
 Con vos, pues, ya me concierto,
 me sumo a vuestra facción.
 Sacaré la blanca espada,
 para que quede su luz
 de la color de la cruz,
 de roja sangre bañada.
 Vos, ¿adónde residís?
 ¿Tenéis algunos soldados?

COMENDADOR: Pocos, pero mis criados;
 que si de ellos os servís,
 pelearán como leones.
 Ya veis que en Fuenteovejuna
 hay gente humilde, y alguna
 no enseñada en escuadrones,
 sino en campos y labranzas.

MAESTRE: ¿Allí residís?

COMENDADOR: Allí
 de mi encomienda escogí
 una casa de moranza.
 Vuestra gente se registre;
 que no quedará vasallo.

MAESTRE: Hoy me veréis a caballo,
 poner la lanza en el ristre.