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RADIOGRAFÍA DEL DESENCANTO:

LA PARTICIPACIÓN ELECTORAL EN COLOMBIA

Radiografía del desencanto: La participación electoral en Colombia

 

Resumen

Colombia tiene la reputación de ser uno de los países con menor participación electoral en América Latina, lo que en varias oportunidades de la historia reciente del país ha suscitado debates sobre volver obligatorio el voto. En general, ello se fundamenta en una valoración positiva de la participación ciudadana y su importancia para la democracia; sin embargo, pocas veces esto se ha apoyado en un diagnóstico riguroso del problema de la abstención. Este libro tiene el objetivo de contribuir a este balance, estudiando la participación electoral desde varias perspectivas: histórica, geográfica, sociológica y en clave comparativa con los demás países de América Latina. De este modo, muestra que la tendencia a la abstención no se puede generalizar al conjunto del país. Por lo demás, busca contribuir al debate sobre el voto obligatorio, al delimitar, con base en los resultados electorales, los grupos que son menos susceptibles de hacerse escuchar a través de las urnas y qué tipo de problemas plantean estas disparidades para la democracia en Colombia.

Palabras clave: derecho constitucional, derechos civiles, participación ciudadana, elecciones, legislación, sufragio, democracia en Colombia.

 

Radiography of Disenchantment: The Electoral Participation in Colombia

 

Abstract

Colombia has the reputation of being one of the countries with the lowest electoral participation in Latin America, which, on several occasions in the country’s recent history, has sparked debates about making voting mandatory. In general, this is based on a positive assessment of citizen participation and its importance for democracy; however, rarely has this been supported by a rigorous diagnosis of the problem of abstention. This book aims to contribute to this larger picture by studying electoral participation from several perspectives: historical, geographical, sociological, as well as comparatively with other Latin American countries. Thus, it demonstrates that the tendency to abstention cannot be generalized to the whole country. Additionally, it also seeks to contribute to the debate on mandatory voting, by identifying, based on electoral results, groups that are least likely to be heard through the polls and what kind of problems these disparities pose for democracy in Colombia.

Keywords: constitutional law, civil rights, citizen participation, elections, legislation, suffrage, democracy in Colombia.

 

Citación sugerida / Suggested citation

Basset, Yann y Lina Vanessa Guavita. 2019. Radiografía del desencanto: La participación electoral en Colombia. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario.

https://doi.org/1012804/tp9789587842982

RADIOGRAFÍA DEL DESENCANTO:

LA PARTICIPACIÓN ELECTORAL EN COLOMBIA

 

YANN BASSET

LINA VANESSA GUAVITA

Basset, Yann

   Radiografía del desencanto: La participación electoral en Colombia / Yann Basset, Lina Vanessa Guavita. – Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2019.

 

   xx, 111 páginas.

   Incluye referencias bibliográficas.

 

   1. Derecho constitucional 2. Derechos civiles 3. Participación ciudadana 4. Elecciones –

Legislación 4. Sufragio 5. Democracia – Colombia I. Vanessa Guavita, Lina II. Universidad del Rosario. III. Título.

 

   342.07861        SCDD 20

 

Catalogación en la fuente – Universidad del Rosario. CRAI

 

SANN      Julio 15 de 2019

 

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Ciencia Política

 

©  Editorial Universidad del Rosario

© Universidad del Rosario

© Yann Basset

Lina Vanessa Guavita

 

Editorial Universidad del Rosario

Carrera 7 n.º 12B-41, of. 501 • Teléfono 297 0200 Ext.: 3112

editorial.urosario.edu.co

Primera edición: Bogotá D. C., septiembre de 2019

 

ISBN: 978-958-784-297-5 (impreso)

ISBN: 978-958-784-298-2 (ePub)

ISBN: 978-958-784-299-9 (pdf )

https://doi.org/1012804/tp9789587842982

 

Coordinación editorial:

Editorial Universidad del Rosario

Corrección de estilo: Ella Suárez

Diseño de cubierta y diagramación: William Yesid Naizaque Ospina

Conversión ePub: Lápiz Blanco SAS

 

Hecho en Colombia
Made in Colombia

 

Los conceptos y opiniones de esta obra son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no comprometen a la universidad ni sus políticas institucionales.

El contenido de este libro fue sometido al proceso de evaluación de pares, para garantizar los altos estándares académicos. Para conocer las políticas completas visitar: editorial.urosario.edu.co

Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo por escrito de la Editorial Universidad del Rosario.

Autora

 

 

Yann Basset, doctor en Ciencia Política de la Universidad de París III (Francia) y politólogo de Sciences Po Bordeaux (Francia). Es profesor e investigador de la Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario (Colombia) y director del Grupo de Estudios de la Democracia (DEMOS) de la misma universidad. Ha publicado libros y artículos sobre análisis electoral y partidos políticos en América Latina, en particular respecto a Colombia.

 

Lina Vanessa Guavita, magíster en Ciencia Política de la Universidad de Salamanca (España) y politóloga de la Universidad del Rosario (Colombia). Actualmente, trabaja en la Misión de Apoyo al Proceso de Paz de la Organización de Estados Americanos. Se desempeñó como docente catedrática en la Escuela de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda, al igual que como investigadora de la Universidad del Rosario, la Misión de Observación Electoral y el Centro de Análisis y Asuntos Públicos. Sus investigaciones se centran en el análisis político-electoral a nivel subnacional en Colombia, teorías de la democracia, instituciones y dinámicas del conflicto armado nacional.

Contenido

 

 

 

Introducción

 

Capítulo 1. Participación electoral y voto obligatorio en América Latina

El debate sobre el voto obligatorio en América Latina

Tendencias del voto obligatorio en América Latina

Participación electoral en América Latina

 

Capítulo 2. Tendencias y estructuras de la participación electoral en Colombia

La participación en perspectiva histórica

La participación en perspectiva territorial

Los efectos de la violencia en la participación

 

Capítulo 3. La participación en perspectiva sociológica

La participación electoral por edad

La participación electoral por hábitat urbano/rural

Participación electoral según la categoría de municipio

Participación electoral según estratos socioeconómicos

Síntesis de la perspectiva sociológica

 

Conclusiones

 

Bibliografía

Introducción

 

 

 

 

 

En la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2014, la participación electoral llegó a su punto más bajo de los últimos veinte años. Apenas más del 40 % del electorado inscrito depositó una papeleta en la urna, a pesar de que el país se encontraba en una coyuntura política importantísima para su futuro, en medio de las negociaciones de paz que iban a poner fin a un conflicto de décadas con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). A la postre, varios campanazos vinieron a confirmar el desamor entre los colombianos y las urnas. Así, el plebiscito para ratificar los acuerdos de paz fue votado por apenas el 37,43 % de los inscritos en 2016, mucho menos de lo que dejaban esperar las encuestas publicadas antes de los comicios (Basset 2018). Por otra parte, a pesar de que, en 2015, el umbral de participación para revocar a un mandatario local fue bajado al 40 % de los votos válidos emitidos en la elección ordinaria anterior, ninguna de las doce revocatorias votadas en 2017 pasó el umbral (Observatorio de la Representación Política 2017). Finalmente, la consulta popular organizada en noviembre de 2017 para elegir al candidato presidencial del Partido Liberal, otrora el partido más grande del país, reunió apenas más de 700.000 votantes sobre un potencial de 35 millones (Observatorio de le Representación Política 2017).

Podemos matizar el fenómeno anotando que las revocatorias y consultas implican objetos políticos específicos que no suscitan la participación de todos los electores. En la misma perspectiva, el plebiscito para ratificar los acuerdos de paz —plasmados en un documento de varias decenas de páginas llenas de consideraciones técnicas y de compromisos difíciles de entender para el ciudadano del común— era particularmente impropio para convencerlo de acudir a las urnas. Más allá de eso, los resultados sugieren que un sector sustancial de los colombianos no se siente interpretado por los debates sobre la paz, quizás porque el conflicto no le tocó tan directamente; mientras que otros sectores se polarizan de forma radical sobre el tema y monopolizan el debate público. La explicación aplicaría tanto a la primera vuelta de la presidencial de 2014 como al plebiscito de 2016. La coyuntura de baja participación obedecería, entonces, a un paréntesis reversible, una turbulencia temporal en el trayecto. De hecho, las elecciones nacionales de 2018 suscitaron una participación mucho más importante: un 49,4 % para las elecciones legislativas, según el escrutinio definitivo, y un 53,4 % para la primera vuelta de la presidencial.1 Para ambos tipos de elección, se trata del récord de participación desde que se adoptó la Constitución de 1991. En esta ocasión, la fuerte polarización del debate público ayudó a que los electores se movilizaran a favor o en contra de las opciones más llamativas. La coyuntura de “posconflicto” invitó también a candidatos y electores a posicionarse sobre una gran cantidad de tema que fueron más allá del tema de la paz que había monopolizado la agenda en los años anteriores.

No obstante, podemos insertar el fenómeno en tendencias más pesadas y estructurales que no incitan al optimismo. El ciclo de baja participación que atravesamos entre 2014 y 2016 no fue un relámpago en un cielo azul. Tiene un antecedente muy significativo en el principio de los años noventa, periodo que todavía detiene los récords de baja participación en todos los tipos de elección. En 1994, tanto las elecciones legislativas como las presidenciales conocieron su punto más bajo histórico (en todo caso, si nos limitamos a la historia más reciente para la cual tenemos datos fiables, a saber, desde la fundación de la Registraduría Nacional del Estado Civil, en 1948). En esta ocasión, tanto la primera vuelta de las elecciones presidenciales como las elecciones legislativas registraron una participación de alrededor del 33 %, es decir, apenas uno de cada tres ciudadanos votaron en estas elecciones (Registraduría Nacional del Estado Civil 2006).

Lo irónico es que estos resultados se dieron en un momento en que Colombia estrenaba una Constitución que pretendía promover una democracia participativa, centrada en la ciudadanía que tenía que contribuir de modo activo a la política a través de novedosos mecanismos de participación. También coincidían, como en nuestra época, con un proceso de paz que aspiraba a traducirse en una apertura política a nuevas fuerzas que no habían encontrado cómo insertarse en el sistema anterior, criticado por ser supuestamente cerrado y excluyente (Cerón Steevens y Arévalo Ramírez 2015). Si al final de la década los noventa, la participación volvió a unos índices parecidos a los que se conocían bajo la Constitución de 1886, para las elecciones nacionales en el nuevo siglo se estabilizó en unas cifras que siguen siendo relativamente bajas, entre el 40 y el 50 %. Así, la participación electoral sería estructuralmente débil en Colombia, y la Constitución de 1991 habría fracasado en cambiar este orden de cosas. Volveremos sobre este diagnóstico que merece muchos matices; pero cuyas grandes líneas también parecen ser corroboradas por las comparaciones internacionales. Colombia es reconocida como uno de los países con peores tasas de participación electoral en la región. Podemos consultar al respecto las tendencias nacionales en los anuarios regionales publicados por Dieter Nohlen (2005).

Esta situación se da a pesar de las disposiciones previstas en la ley para minimizar la abstención, en las que se contemplan beneficios específicos para quienes decidan votar. De este modo, en la Ley 403 de 1997, “Por la cual se establecen estímulos para los sufragantes”, se especifican los privilegios para el ciudadano que participa en cada elección:2

 

 

Con una distancia de veinte años, podemos decir que estos incentivos no han tenido un impacto muy claro en la tendencia histórica. Su poca eficacia aparente condujo al Gobierno nacional a pensar, en varias ocasiones, medidas drásticas, como una posible implementación del voto obligatorio.3 La propuesta fue presentada sin un diagnóstico muy fundamentado, y sin considerar algunos elementos propios del país, de tipo cultural, geofigura, técnico y político. Aunque no ha prosperado hasta el momento, en varias oportunidades la han retomado actores políticos o de la sociedad civil. En particular, fue una de las medidas planteadas por la Misión Electoral Especial (MEE) que se reunió para elaborar una propuesta de reformas en materia electoral por mandato de los acuerdos de paz entre el Gobierno nacional y la guerrilla de las Farc (Misión de Observacion Electoral [MOE] 2017).

Precisamente, el propósito del libro es contribuir a este debate, de una forma modesta y limitada, pero precisa. La mayoría de las veces, el debate acerca de la participación obligatoria se ha abordado desde posiciones cívicas fundamentadas en el deber ser, para los partidarios, y desde las dificultades de la realización práctica, para los adversarios. Pocas reflexiones parten de un diagnóstico bien elaborado del fenómeno de la abstención o de la participación electoral en el país. No obstante, uno de los argumentos más poderosos a favor de la obligatoriedad de la participación electoral en la literatura académica parte no tanto de consideraciones cívicas sobre lo deseable que es la participación electoral in abstracto, sino de constataciones empíricas sobre las disparidades de participación entre grupos y sobre los efectos distorsionadores que tienen en la representación política y, por ende, en el actuar de los gobiernos.

En particular, el argumento se ha defendido en un texto clásico de Arend Lijphart (1997), y se puede expresar así: una baja participación electoral esconde grandes disparidades entre grupos, y dichas disparidades suelen darse a favor de la participación de los grupos más favorecidos. A su vez, estas diferencias resultan en un poder de influencia mayor en los gobiernos para los grupos ya favorecidos, y menor para los sectores más vulnerables, que participan menos. Por tanto, la baja participación tiende a reproducir e, incluso, a amplificar las desigualdades entre sectores sociales en todos los ámbitos. Si admitimos que la igualdad es un valor fundamental para la democracia, una baja participación resulta en una dinámica de deterioro muy concreta de esta.

De hecho, con este libro también queremos contribuir a determinar cómo funciona el argumento de Lijphart en el caso colombiano, es decir, si existen efectivamente estas disparidades y en detrimento de cuáles grupos. Si Lijphart privilegiaba a las clases como grupos fundamentales en su análisis, podemos también resaltar disparidades territoriales, en función de la edad, el sexo y otros tipos de consideraciones que estudiaremos en este libro.

Nuestro conocimiento acerca de la participación electoral en el país es todavía limitado. La mayor fuente de datos para estudiar el tema son las encuestas que hacen este tipo de análisis, segmentándolo por grupo. Sin embargo, sus resultados no son muy precisos en esta tarea, en parte porque una encuesta que busque discriminar la participación en función de grupos definidos con base en varios criterios necesita una muestra mucho más robusta que una encuesta electoral clásica y, sobre todo, porque la participación es probablemente el fenómeno más difícil de analizar a través de estas herramientas (Prosser y Mellon 2018). La gran mayoría de las encuestas comerciales se realiza antes de los escrutinios y, por tanto, registran la intención de participar más que la participación. La diferencia puede resultar muy importante. Las encuestas hechas a posteriori pueden ser más adecuadas; pero, además de ser escasas, no se libran del todo del problema del desfase entre las respuestas de los encuestados y la realidad. En este caso, el problema se relaciona con que los encuestados pueden no acordarse o mentir sobre el hecho de haber participado o no. Las encuestas a boca de urnas son las que más nos permitirían acercarnos al tema, pero no existen en Colombia.

De este modo, las encuestas son una herramienta imprecisa para la tarea que nos proponemos; sin embargo, vale la pena resaltar dos de ellas: 1) la encuesta de Latin American Public Opinion Project (Lapop), coordinada por la Universidad de Vanderbilt en Estados Unidos, cuyo capítulo colombiano está a cargo del Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes.4 La ventaja de Lapop radica en que se efectúa anualmente en todos los países de América Latina, lo que permite obtener series temporales largas con posibilidad de comparaciones internacionales. 2) La que realiza bienalmente el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE), denominada Encuesta de Cultura Política. Este estudio se destaca por la excepcional robustez de la muestra. Para la última edición (2017) se entrevistaron a más de 25.000 personas mayores de edad en 24 departamentos.5 Tanto la Universidad de los Andes como el DANE pusieron a disposición del público los datos de sus encuestas, lo que hace de ellas una fuente fundamental de información.

Con todo, aun las mejores encuestas son insuficientes para nuestro tema. Basta un dato para demostrarlo: el 61,4 % de los encuestados por Lapop declara haber votado en las elecciones de 2014. La tasa de participación fue del 44,2 % para las legislativas y del 39,9 % para la primera vuelta de las presidenciales. Incluso si consideramos que muchos de los encuestados de Lapop participaron en una elección y no en la otra (la pregunta se enfoca en la participación en las elecciones nacionales de 2014, sin más precisión), el resultado no corresponde a lo que mostraron las urnas. Los redactores del Barómetro de las Américas, de hecho, reconocen el problema:

 

Esta situación, bastante común en encuestas electorales, puede ser explicada porque votar es una acción deseable socialmente y para el encuestado, afirmar que no asistió a las urnas puede ser vergonzoso. Es por esta razón que en ocasiones las encuestas sobre la intención de voto no coinciden con los resultados electorales. Otra explicación que se puede dar al sobrerreporte tiene que ver con que la encuesta indaga sobre una acción que tuvo lugar hace dos años, de manera que el encuestado pudo haber olvidado que no votó. (Observatorio de la Democracia 2017, 307)

 

Para las municipales de 2015, el desfase es menor; pero lo curioso es que se da en sentido inverso. El 57,5 % de los encuestados afirmó que había votado contra un 59,4 % de participación registrada oficialmente en la elección. Ahí los argumentos que explicaban el desfase son distintos y tienen que ver, probablemente, con un sesgo urbano de la encuesta Lapop, ya que, como lo veremos, los municipios pequeños participan mucho más que las grandes capitales en las elecciones locales.

La encuesta del DANE