cover.jpg

img1.png

RELATOS DE SUFRIMIENTO AMBIENTAL

img2.png

Relatos de sufrimiento ambiental: el caso de Doña Juana

 

Resumen

Con base en relatos de vida, esta investigación reconstruye históricamente la cotidianidad de dos comunidades de la ciudad de Bogotá (Mochuelo Alto y Mochuelo Bajo) que han convivido con el basurero de Doña Juana durante veintinueve años. Describe lo que estas comunidades han hecho frente al sufrimiento ambiental y a su vez establece un contraste frente a lo experimentado por cada una de ellas. La propuesta histórica de los relatos de vida se muestra también como un campo de análisis de la vida cotidiana que pone en relieve las contradicciones del día a día y algunas de las implicaciones que han tenido las comunidades en términos de las relaciones sociales, muestra cómo la cotidianidad se encuentra atravesada por elementos como la incertidumbre frente a la contaminación, las luchas políticas, las resignaciones, las negociaciones, los procesos de habituación a la contaminación y los distintos estados de espera.

 

Palabras clave: Relleno sanitario Doña Juana, historia de Bogotá (Colombia), disposición de residuos en la tierra, ingeniería ambiental, aspectos sociales, sufrimiento ambiental, Mochuelo Alto, vida cotidiana.

 

 

Stories of environmental suffering: The case of Doña Juana

 

Abstract

Based on life stories, this research historically reconstructs the daily life of two communities in the city of Bogotá (Mochuelo Alto and Mochuelo Bajo) that have coexisted with the Doña Juana landfill for twenty-nine years. It describes what these communities have done to deal with environmental suffering and, in turn, establishes a contrast regarding their experiences. The historical proposal of life stories is presented as a field for the analysis of daily life, which highlights everyday contradictions and some of the consequences experienced by these communities in terms of social relations, while demonstrating how everyday life is interfered with by elements such as uncertainty regarding pollution, political struggles, resignations, negotiations, processes of habituation to pollution, and different states of waiting.

 

Keywords: Doña Juana sanitary landfill, history of Bogotá - Colombia, waste disposal in the ground, environmental engineering, social aspects, environmental suffering, Mochuelo Alto, daily life.

 

 

Citación sugerida / Suggested citation

Ortiz Díaz, E. (2019). Relatos de sufrimiento ambiental: el caso de Doña Juana. Bogotá, D. C.: Editorial Universidad del Rosario.

https://doi.org/10.12804/op9789587843088

RELATOS DE SUFRIMIENTO AMBIENTAL:

EL CASO DE DOÑA JUANA

img2.png

ERIKA ORTIZ DÍAZ

Ortiz Díaz, Erika

Relatos de sufrimiento ambiental: el caso de Doña Juana / Erika Ortiz Díaz. – Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2019.

 

244 páginas.

Incluye referencias bibliográficas.

 

1. Relleno Sanitario Doña Juana – Historia – Bogotá, Colombia 2. Rellenos sanitarios 3. Disposición de residuos en la tierra – Bogotá 4. Ingeniería ambiental – Aspectos sociales 5. Bogotá, Colombia – Historia – Relatos personales I. Universidad del Rosario II. Título III. Serie

 

628.364   SCDD 20

 

Catalogación en la fuente – Universidad del Rosario. CRAI

 

SANN Junio 5 de 2019

Hecho el depósito legal que marca el Decreto 460 de 1995

 

img3.png

Opera Prima

 

©  Editorial Universidad del Rosario

©  Universidad del Rosario

©  Erika Ortiz Díaz

 

Editorial Universidad del Rosario

Carrera 7 Nº 12B-41, oficina 501

Teléfono 297 02 00, ext. 3112

editorial.urosario.edu.co

 

Primera edición: Bogotá D. C., octubre de 2019

 

ISBN: 978-958-784-307-1 (impreso)

ISBN: 978-958-784-308-8 (ePub)

ISBN: 978-958-784-309-5 (pdf)

DOI: https://doi.org/10.12804/op9789587843088

 

Coordinación editorial: Editorial Universidad del Rosario

Corrección de estilo: Luz Ángela Uscategui

Diseño de cubierta y diagramación:  Precolombi EU-David Reyes

Conversión ePub: Lápiz Blanco S.A.S

 

Hecho en Colombia
Made in Colombia

 

Los conceptos y opiniones de esta obra son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no comprometen a la Universidad ni sus políticas institucionales.

El contenido de este libro fue sometido al proceso de evaluación de pares, para garantizar los altos estándares académicos. Para conocer las políticas completas, visitar: editorial.urosario.edu.co

Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo por escrito de la Editorial Universidad del Rosario.

Autora

 

 

 

Erika Ortiz Díaz

 

Socióloga de la Universidad del Rosario.Artista Plástica de la Universidad Nacional de Colombia. Sus trabajos de investigación se basan en problemáticas ambientales, procesos sociales/comunitarios y acontecimientos del pasado reciente

Contenido

 

 

 

Agradecimientos

 

Introducción

 

Sobre este libro

 

Capítulo 1. Basura

1.1. Historias de la basura en Bogotá

1.2. Estudio epidemiológico

1.3. Ubicación del basurero Doña Juana y mapa

 

Capítulo 2. Narraciones Mochuelo Bajo

2.1. 1980-1989

2.2. 1990-1999

2.3. 2000-2009

2.4. 2010-2016

 

Capítulo 3. Narraciones Mochuelo Alto

3.1. 1980-1989

3.2. 1990-1999

3.3. 2000-2009

3.4. 2010-2016

 

Conclusiones

 

Bibliografía

 

Anexos

Agradecimientos

 

 

 

 

Una gratitud incalculable a la comunidad de Mochuelo Alto y Mochuelo Bajo y a las personas que compartieron sus experiencias de vida; por la colaboración de ellos es posible esta investigación. Agradezco la disposición del Colegio José Celestino Mutis y en especial a los docentes Fabio Rozo y Nelsy Barreto. Al Proceso Popular Asamblea Sur y la asesoría de Óscar Barón. Cada uno de ellos conoce, desde su vida, la temática de esta investigación, y aunque es probable que algunos tengan diferencias con el análisis y las conclusiones desarrolladas, señalo que este proyecto se realizó con la mejor de las intenciones para reconocer y entender las situaciones que se viven e intentar proponer soluciones a los problemas de contaminación ambiental, así como prever futuros escenarios de sufrimiento ambiental; es de aclarar que los nombres de algunos relatores se han modificado con el propósito de conservar su confidencialidad.

Esta investigación surge de un trabajo colectivo, aconsejado y debatido. Mi agradecimiento también se dirige a Carolina Galindo Hernández, con quien comencé esta investigación y conservó, en cada una de las fases del proyecto, un atento compromiso humano e intelectual; sus comentarios otorgaron un carácter claro y crítico a la investigación y a mi formación en el campo de la sociología. El trabajo en campo y los comentarios de mi asistente de investigación Manuel G. Pontón Leguizamón, quien desde los inicios creyó en el proyecto y aportó tejiendo perspectivas ambientales. Agradezco también los comentarios enriquecedores y apropiados de los jurados Johana Parra y Ricardo Bohórquez y a mi colega Katherine Serrano por su apoyo y sus consejos.

A mis padres y hermanos, por la compañía durante las dificultades, la infinita paciencia, el cariño y la alegría.

Introducción

 

 

 

 

Si Juana no hubiera existido, estas páginas tampoco, y para doña Aurora hubiera sido una maravilla, un paraíso; en palabras de ella: “Yo creo que nuestros campesinos, nuestros hijos no se hubieran ido de aquí a buscar otro tipo de economía”. Según me comentaba doña Jazmín, “sería una zona muy bonita porque mucha gente llega a Mochuelo de visita, pasa los fines de semana porque hay fincas y restaurantes, porque es campo, donde hay tranquilidad”.

Recuerdo que mientras hablaba con Armando, él me relataba que si Juana no hubiera existido es probable que personas de altos ingresos quisieran vivir allá porque es un lugar muy bonito. Él piensa que es una zona rural con potencial por tener el río Tunjuelo, el nacimiento de Pasquilla y ser vecinos del páramo de Sumapaz. En sus palabras: “Sería una zona muy rica para disfrutar, habría otro modelo de producción que sería más agrícola y de pronto con mejores condiciones de vida para toda la población, se conservarían muchas tradiciones que tal vez se han perdido”. En palabras de Isabel, oriunda del territorio, pueden existir dos posibilidades: “Una es que también se hubiera dado el crecimiento urbano, digamos que en cierta medida, el relleno no ha permitido que la capa urbana avance acá porque el Distrito no va a permitir que el relleno esté en el casco urbano, entre comillas; eso por un lado, y por otro, no sé, como que Mochuelo tiene todo un potencial en el suelo para ser la potencia agrícola de la ciudad, y no lo es no solo por el relleno o por el Distrito, sino también por la dinámica nacional. Eso es latente en todo el país, que la producción agrícola, en vez de avanzar, ha estado disminuyendo”.

“¡La basura no debería existir!... Eso es un cambio muy fuerte en la forma de pensar y de relacionarse”1. Esas fueron las palabras de un líder social en alguno de los tantos encuentros comunitarios que genera “la Juana” y que reiteran lo crítico de la presencia de los residuos. Las anteriores opiniones serían posibles escenarios si la Juana no hubiera existido; sin embargo, cierta es su existencia y, por el contrario, ha perdurado en el tiempo. Como diría doña Jazmín: “Donde no estuviera ese basurero ¡sería una zona magnífica! […] contábamos con que se acababa la licencia, pero ya se la ampliaron por siete años, es la pelea que tenemos con la CAR2; eso es un cuento de nunca acabar...”.

Quienes habitamos la ciudad percibimos diariamente que en nuestra vida cotidiana la basura producida en las casas, los desechos que se ven en la calle o en lugares de trabajo desaparecen. El problema es que la basura no desaparece. Los desechos se pasan por alto en las experiencias vividas y por esta razón la basura empieza a ser imperceptible e invisible para la mayoría de nosotros (Scanlan, 2005). Este proyecto buscó dialogar con poblaciones y geografías en donde la basura no deja de existir para interrogar las dinámicas del sufrimiento ambiental y debatir sobre la contaminación ambiental.

La investigación comprende la dinámica de la basura en la ciudad a partir de un caso de estudio específico y desde una de las tantas aristas que tiene el tema: el Relleno Sanitario de Doña Juana (RSDJ) o basurero de Doña Juana, que ha estado ubicado en el sur de la ciudad, en una zona actual de transición urbano-rural (el sector de la vereda Mochuelo) durante casi tres décadas (29 años) y ha sido durante este tiempo el único basurero en la ciudad de Bogotá, D. C. Todos los habitantes de la ciudad establecemos un tipo de relación con los residuos, la diferencia se encuentra en que no todos tenemos el mismo tipo de relación con estos. Botar la basura y llevarla a un “relleno sanitario” es una relación social que revela y esconde procesos. Esta investigación se encargó de explorar la posición de quienes conviven con ella, quienes no han podido evadirla y a quienes se les ha impuesto la basura de toda una ciudad; además, problematiza discusiones sobre la marginalidad espacial, la marginalidad social y las prácticas de la vida cotidiana frente a los desechos.

Los resultados de la investigación identifican el sufrimiento ambiental que han experimentado las comunidades de Mochuelo Alto (comunidad con dinámicas rurales) y Mochuelo Bajo (comunidad con dinámicas urbanas) a raíz de su convivencia con Doña Juana. De esta forma, las preguntas ¿cómo ha sido la convivencia de estas con el RSDJ? y ¿cuáles han sido las implicaciones de vivir con el RSDJ para las comunidades de Mochuelo Alto y Mochuelo Bajo? fueron abordadas para buscar respuestas y análisis en la investigación, pues esta describe la forma en que las comunidades han hecho frente al sufrimiento ambiental y algunas de sus implicaciones en términos de sus relaciones sociales.

 

***

 

Para dar respuesta a las preguntas sobre la convivencia con un espacio de contaminación ambiental como el RSDJ, se recurrió a la revisión de diferentes fuentes bibliográficas que pusieron en diálogo la investigación con campos de estudio como la basurología, la sociología de la vida cotidiana y la sociología urbana.

Un conjunto de estudios, conocidos como basurología, se ha encargado de producir análisis sistemáticos sobre los desechos y las variaciones del tema alrededor de los hábitos del consumo, la producción de residuos (Rathje y Murphy, 2001) y las prácticas culturales (Rathje y Murphy, 2001; Gil, 2005; Scanlan, 2005).

El antropólogo y arqueólogo William Laurens Rathje, director del Proyecto Basura, desarrollado en la ciudad de Tucson (Arizona), estudia la tendencia de los consumidores a desechar objetos. Al realizar una clasificación de los residuos evidencia el desconocimiento real de las sociedades, pues al contrastar los datos de clasificación de los desechos encuentra que los datos de consumo son distintos a los que muestran las cifras oficiales, en donde se aumenta el consumo de alcohol o de grasas en relación con lo que dicen las estadísticas. Con el estudio de diferentes basureros, Rathje y Murphy reconocen la basura como el eje de representación frente a las bases culturales de las sociedades.

En el ámbito cultural, el sociólogo Gil Villa (2005) estudia la basura generada por la sociedad como el negativo de esta. Explora “la cultura de la basura” y ofrece una perspectiva conceptual a partir de lo que la civilización occidental considera basura para ponerlo en tensión con países en donde las prácticas de civilización son cuestionadas por grupos como los movimientos ecologistas o las comunidades indígenas, que se muestran opuestos a los procesos de civilización que impone Occidente; con ello desdibujan nociones conceptuales de la basura, pues desde esta se rastrea un pensamiento social particular y unos discursos que orientan tanto las concepciones científicas como los modos de vida.

Desde esta misma perspectiva, autores como Jhon Scanlan (2005) examinan los restos de la cultura occidental no solo en el material de desecho y la ruina, también en el conocimiento de lo remanente y los desechos residuales de los sistemas de pensamiento cultural. Analiza cómo la eliminación no solo produce abrumadoras montañas de residuos, sino que crea pedazos muertos de conocimiento inútil que impregnan la realidad de las sociedades occidentales. Para Scanlan, la basura se configura desde un plano material (basureros, canecas de desechos, espacios públicos) y un plano metafórico (pérdida del tiempo, modos de pensar, acciones), los cuales se encuentran presentes en las ciudades.

Para el caso colombiano, el trabajo de Sonia M. Vázquez y Mauricio Vélez (2008) ofrece un panorama de la inserción del sistema de basuras en Bogotá, así como del debate geográfico que se generó en su momento para ubicar el actual RSDJ. Los autores se interesan por demostrar cómo el servicio de aseo pasó a estar bajo la dirección del sector privado, lo cual conllevó una disminución en la calidad de la prestación del servicio, una especulación técnica y un gasto agregado para los ciudadanos.

El conjunto de estudios examinados sobre sociología urbana y sociología de la vida cotidiana tienen relación con escenarios de contaminación ambiental y producción de desechos, y en su mayoría señalan problemas urbanos del medio ambiente, desigualdad social por problemas ecológicos y discusiones sobre marginalidad o expulsión de las ciudades.

En la discusión de problemas urbanos del medio ambiente están los casos de Brasil (Melo,1998; Evans, 2002; Hochstetler y Keck, 2007) y Chile (Sabatini y Wormald, 2004), que muestran cómo las situaciones de insostenibilidad ecológica por la expansión de las ciudades, el aumento de la contaminación, la inaccesibilidad a la vivienda o la relocalización de espacios contaminados como basureros, además de estar mediados por determinaciones políticas que presionan reformas en políticas ambientales, mantienen constantes tensiones con movimientos sociales o comunidades regionales que ofrecen algún tipo de estrategias locales de sostenibilidad ecológica con intención de conseguir reivindicaciones.

Por otro lado, los problemas medioambientales de las ciudades se correlación con dinámicas de reproducción de la desigualdad social y la pobreza (Farmer, 2003; Auyero y Swistun, 2008; Hoffman y Centeno, 2003), pues los espacios de contaminación ambiental están habitados por comunidades económicamente vulnerables. Desde autores como Paul Farmer (2003), en la salud pública, los derechos sociales y económicos de los pobres del mundo deberían ser la lucha más importante a la que deberían enfocarse los derechos humanos. Autores como Auyero y Swistun exponen, con un caso de alta contaminación ambiental, escenarios en donde la comunidad se encuentra con dudas e incertidumbres frente al riesgo al cual están expuestos, y se logra ver cómo la dinámica de la contaminación ambiental está correlacionada con la reproducción de la desigualdad social. Los problemas de pobreza y desigualdad social en Kelly Hoffman y Miguel A. Centeno (2003) muestran América Latina como una de las regiones más desiguales y atribuyen esto a la posición que esta ocupa dentro del sistema económico mundial, el colonialismo interno y el subdesarrollo de las estructuras estatales.

Los temas de pobreza y desigual social también son analizados desde la sociología de la vida cotidiana (Vázquez, 2012; Rosado, 2009) para explorar los paradigmas, las expectativas y los sentidos que los sujetos otorgan a su experiencia. A partir de la cotidianidad, José Vázquez (2012) analiza la felicidad de la comunidad de recicladores que trabajan en el basurero de León (Nicaragua) y saca a la luz un paradigma diferente, que desvincula cualquier relación entre felicidad e ingresos y la vincula con las relaciones sociales de la familia, las amistades y el ocio.

Por esta misma vía de dinámicas en la vida cotidiana, la comunidad de recicladores bajo el Proyecto Galpó en Brasil, que expone Rosado (2009), comprende la realidad como un eje para estructurar procesos de educación ambiental y apropiación del territorio. De esta forma, la comunidad de recicladores no busca resistir procesos de exclusión, sino que, por el contrario, establece una comprensión propia del ciclo de la basura que les permite ejercicios de educación ambiental y prácticas políticas cotidianas tendientes a modificar las pautas culturales generadas a partir de la producción de los desechos.

Desde la sociología urbana, los estudios de marginalidad y expulsión de las ciudades por sufrimiento ambiental tienen comunidades con alteraciones en la salud o comunidades ubicadas sobre el riesgo (Ronis y Palermo, 2010; Beck, 2002; Mora y Mora, 2003). El concepto de riesgo es desarrollado por Ulrich Beck y señala cómo este es producido por sectores socioeconómicos regidos por una particular racionalidad, y, a su vez, este no se sufre democráticamente, sino que se distribuye de manera desigual, con una matriz de distribución que responde tanto a la nacionalidad como a la posición social. De esta forma, Matías Ronis Paschkes y María Cecilia Palermo (2010) sacan a la luz el proceso de lucha del grupo de mujeres llamado Las Madres de las Torres por la enfermedad y la muerte de sus hijos a causa de la inhalación de tóxicos provenientes de la planta de tratamiento que administra el basurero en la provincia de Buenos Aires, Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (Ceamse), sufrimientos que podrían haber sido evitados si se hubiesen respetado las normas básicas de protección ambiental.

Por otra parte, el estadounidense Mike Davis (2014) analiza los escenarios urbanos hiperdegradados de las metrópolis contemporáneas, en los cuales personas de bajos ingresos viven en suelos degradados, contaminados o en riesgo, además de tener un acceso limitado o inexistente a saneamiento básico, agua potable y demás servicios públicos. Estos elementos se suman al desempleo estructural, la incapacidad estatal y un discurso no materializado de los organismos multilaterales.

En los espacios marginales, Leonardo Fernández y Marie-Noëlle Carré (2011) señalan cómo las áreas ­verdes que se instalan en las ciudades tienen como objetivo consolidar una frontera entre la ciudad y las áreas de expansión. Se trata de un enfoque en donde destaca la biopolítica en relación con la seguridad pública, la ecología y el urbanismo, pues las áreas verdes que reemplazan incineradores municipales y basurales a cielo abierto por la ingeniería del relleno sanitario y la dotación de grandes espacios verdes ofrecen poder político y parámetros de planificación urbana para disciplinar a la población.

En relación con la construcción y la ocupación de vivienda informal en Bogotá, es de rescatar la obra de Torres (2013), quien explica cómo entre 1990 y 2010 el escaso y costoso suelo en la ciudad, sumado a las políticas de vivienda con barreras crediticias y financiarizadas, impidieron el acceso de la población de bajos ingresos (PBI) a créditos y estimularon el crecimiento de barrios informales, ubicados principalmente en zonas de riesgo y alta vulnerabilidad, elementos que van de la mano con un aumento sostenido de la pobreza y una profundización de la segregación socioespacial.

 

***

 

La revisión de estudios permitió establecer las categorías de análisis que fueron utilizadas para esta investigación, la cual concentra su atención en los conceptos de sufrimiento y sufrimiento ambiental articulados por los sociólogos Pierre Bourdieu (1999a), Javier Auyero y Débora Swistun (2008) respectivamente.

Auyero nos permite definir la convivencia de los habitantes de Mochuelo desde una experiencia del sufrimiento y da continuidad a los planteamientos de Bourdieu, quien señala que el sufrimiento consiste en una experiencia dolorosa que pueden tener del mundo social aquellos que ocupan una posición inferior en el seno de un universo prestigioso y privilegiado; el sufrimiento es entonces característico de un orden social (Bourdieu, 1999a). Auyero habla de sufrimiento ambiental, el cual se caracteriza por ser una forma particular de sufrimiento social causado por las acciones contaminantes de actores específicos, en este caso, Doña Juana.

Una de las características del sufrimiento ambiental es que se desarrolla en un plano colectivo: no se trata de concentrar el sufrimiento en una experiencia individual, sino en experiencias colectivas de la aflicción que son activamente creadas y distribuidas por el orden social. Si bien el sufrimiento está localizado en los cuerpos individuales, quienes sufren no experimentan su situación como aislados, sino en contextos relacionados y con escenarios discursivos específicos. El sufrimiento es efecto del lugar y el padecimiento del cómo la gente le da sentido a la contaminación (Auyero y Swistun, 2008, p. 38).

El sufrimiento ambiental se presenta bajo dos circunstancias. Una de ellas es un escenario donde la ignorancia colectiva frente a un problema ambiental es cuestionada por un líder vecino o un ama de casa que relaciona el lugar con un peligro de contaminación, pasando así a identificar un problema individual con un problema colectivo. En estos casos, el proceso es definido como una epidemiología popular (Brown, 1992). Al mismo tiempo, quienes se convierten en líderes pasan por un proceso activo de aprendizaje en el que absorben el saber científico, con ello se elimina la incertidumbre y se adquiere un conocimiento reflexivo, llamado por Doug McAdam liberación cognitiva, que permite pasar de una desesperanzada sumisión a una emergente celeridad para cuestionar esas condiciones, lo cual permite obtener compensaciones o saneamientos (Auyero y Swistun, 2008).

Por otro lado, puede existir un escenario en donde se desarrolle la confusión generalizada o incertidumbre tóxica. En este contexto, las dudas personales, los estigmas, el tiempo de espera (tiempo alineado), la negación, el desplazamiento, la incertidumbre y la silenciosa habituación de la contaminación ocupan un lugar central que configura el sufrimiento físico y psicológico de las poblaciones. Además se presenta una ausencia de acción colectiva (protestas) contra la amenaza de la contaminación, que encamina la cotidianidad de los días en luchas individuales de supervivencia. Siguiendo a Auyero, se trata de observar cómo un problema ambiental, que es una experiencia de la realidad contaminada, es socialmente construido, y, al no existir consenso ni un potencial de solución, se presenta entonces la reproducción de ignorancias, dudas e incertidumbres (Auyero y Swistun, 2008) que generan diferentes versiones (que pueden ser contradictorias) para percibir la degradación del medio ambiente y se pueden sobreponer en la misma persona.

Estos escenarios, en especial la silenciosa habituación de la contaminación, contienen un proceso de naturalización que se construye en la cotidianidad y trata de atribuir a algunas circunstancias de la vida humana el carácter de definitivas, necesarias, inmodificables y estáticas. Sin embargo, el RSDJ no siempre fue como lo conocemos hoy, cambió y se modificó con la acción individual o colectiva de seres humanos. Así, generar un análisis de la convivencia con Doña Juana implica un examen de la vida cotidiana y de la forma como se estructuraron nociones de espacio y tiempo frente al impacto ambiental, para lo cual se tuvieron presentes las consideraciones de Agnes Heller (1997), David Harvey (1994) y Milton Santos (2000). De esta forma, el lector encontrará en los capítulos descripciones de la vida cotidiana que señalan cambios espaciotemporales generados por la contaminación ambiental, pues se trata de no pasar por alto las diferencias/distinciones de las clases sociales, así como la legitimación del orden social existente.

Con frecuencia, ser parte de una sociedad o de una comunidad termina reduciéndose a cumplir hábitos, observar costumbres y participar en ceremonias, aunque sea de una forma mecánica, ritual o instintiva: esa es la reproducción social. A su vez, las relaciones que se dan en medio de la reproducción social establecen escenarios de poder. Dicho poder se posiciona a partir de los habitus y los símbolos. El poder simbólico solo se ejerce con la colaboración de quienes lo padecen porque contribuyen a establecerlo como tal. Pero no ir más allá de esta constatación podría resultar muy peligroso: esa sumisión nada tiene que ver con una relación de “servidumbre voluntaria” y esa complicidad no se concede mediante un acto consciente y deliberado; la propia complicidad es el efecto de un poder inscrito de forma duradera en el cuerpo de los dominados en forma de esquemas de percepción y disposiciones (a respetar, a admirar, a amar, etc.), es decir, de creencias que los vuelven sensibles a determinadas manifestaciones simbólicas, tales como las representaciones públicas del poder (Bourdieu, 1999b, p. 225).

Para el análisis de la reproducción de la vida cotidiana en medio del sufrimiento ambiental, Agnes Heller señala que esta se realiza con la participación de individuos, pues son ellos los que tienen la posibilidad de vivenciar la construcción de la cotidianidad a través de una acumulación lenta de los días, los acontecimientos, las situaciones que se repiten y, finalmente, de los hábitos (Peña, 2008, p. 160). De esta forma, la cotidianidad conformada por el sufrimiento ambiental está mediada por las experiencias del día a día que constituyen hábitos específicos con respecto a la contaminación.

Desde Heller, Mochuelo Alto y Mochuelo Bajo tuvieron periodos en donde establecieron un contacto organizado en la vida cotidiana que les permitió desarrollar acciones colectivas frente a la contaminación. Este contacto está mediado por la acción directa, en donde los actos y las prácticas constituyen el contacto, y la acción verbal, donde el discurso es el centro del encuentro (Heller, 1997, p. 364). Así mismo, los contactos cotidianos generan afectos como el amor, el odio o la indiferencia, entre otros (Heller, 1997, p. 378). Según Heller, durante el contacto cotidiano no entra en relación el ser humano con el ser humano, sino una persona que ocupa un puesto determinado en la división social del trabajo con otra persona que ocupa otro puesto, con lo cual las relaciones pueden ser basadas en la igualdad o en la desigualdad (1997, p. 360). Durante el análisis de la convivencia con Doña Juana, se prestó atención al tipo de acciones directas y acciones verbales y cómo estas se encuentran mediadas por afectos positivos o negativos y por el tipo de trabajo que desarrollan las personas de las comunidades, pues son estos los elementos que complejizan el escenario de la contaminación y que explican el riesgo al cual están expuestas las comunidades.

La cotidianidad cobra un carácter crítico porque es el espacio en donde se generan hábitos y técnicas en los sujetos, ya que en toda sociedad hay una vida cotidiana y todo ser humano, sea cual sea el lugar que ocupada en la división social del trabajo, tiene una vida cotidiana. Sin embargo, esto no quiere decir de ningún modo que el contenido y la estructura de la vida cotidiana sean idénticos en toda sociedad y para toda persona. Los días de un operario de residuos, un campesino o un ciudadano requieren de actividades distintas, pues las actividades que tienen en común los hombres solo son idénticas en un plano muy abstracto. Desde Heller, todos necesitan dormir, pero ninguno duerme en las mismas circunstancias ni por un mismo periodo de tiempo; todos tienen la necesidad de alimentarse, pero no en la misma cantidad ni del mismo modo.

La vida cotidiana genera un campo en donde se encuentra el saber cotidiano, una categoría que reviste un significado objetivo y normativo. Es objetivo al ser la suma del saber cotidiano de una época, de un estrato social, de una integración y no se convierte en patrimonio de un solo sujeto. Es normativo porque solo cumple su función si una comunidad logra apropiarse de este saber (Heller, 1982, p. 20).

Para el escenario del sufrimiento ambiental, el saber cotidiano se establece y genera unos mínimos conocimientos (de la cotidianidad), que son la suma de los conocimientos que todo sujeto debe interiorizar para poder existir y moverse en su ambiente. La obligatoriedad de los conocimientos cotidianos es muy relativa, existe un criterio mínimo general, pero, de ahí en adelante, la medida de la obligatoriedad varía según el puesto en la división social del trabajo. En cuanto al contenido del saber cotidiano, saber qué y saber cómo son igualmente importantes y, a menudo, incluso inseparables el uno del otro. Saber qué es la preparación del saber cómo (Heller, 1997, p. 319).

Según Heller, aunque todos sean portadores y mediadores del saber cotidiano, existen algunas personas principalmente aplicadas a su transmisión (Heller, 1997). En el caso de Mochuelo Alto y Mochuelo Bajo, los líderes sociales (portadores) se encargan de difundirlos a generaciones futuras, sin embargo, según los intereses de cada generación que experimenta el sufrimiento ambiental, pueden variar las posiciones. Así mismo, el desarrollo de los medios de producción y el cambio de las relaciones sociales pueden ser tan rápidos que no solo las generaciones más jóvenes toman una parte de su saber de otras fuentes, sino que las generaciones más viejas están obligadas a aprender de nuevo para apropiarse de un nuevo saber cotidiano.

El problema ambiental es incomprensible sin el contexto geográfico, por ello se establece un análisis que reconoce la organización espacial del peligro medioambiental y del sufrimiento, que localiza la dinámica de las instituciones de exclusión, así como el desplazamiento que generan industrias con procesos de segregación y de ocultamiento, analizados bajo la perspectiva de David Harvey y Milton Santos.

Para Harvey, el espacio es un concepto que se define en relación con el tiempo y cada comunidad construye concepciones muy específicas de estas dimensiones. Más aún, la manera verdadera de construir el espacio y el tiempo es muy importante para mirar cómo la comunidad en las circunstancias contemporáneas construye y sostiene ciertas nociones de espacio y de tiempo en detrimento de otras.

Las medidas de espacio y de tiempo, que hoy se tratan como condiciones naturales de la existencia, son producto de procesos históricos particulares dentro un tipo de sociedad determinada. Siguiendo a Harvey, para examinar la construcción del espacio y del tiempo se reconocen cuatro elementos:

 

1. El espacio y el tiempo se comprenden examinan­do un rasgo particular del mundo material de la comunidad (Harvey, 1994). Al reflexionar sobre el trabajo como rasgo material, distintas nociones frente al espacio-tiempo emergen en las comunidades: ­mientras Mochuelo Bajo, por ejemplo, (dinámica-urbana) gobierna su tiempo por la duración del transporte urbano, Mochuelo Alto (dinámica-rural) gobierna su tiempo por los ritmos biológicos para la producción de alimentos.

2. Las medidas de tiempo y espacio que estas comunidades tienen no fueron generadas de forma automática, son producto de la cultura y ahora se vinculan para desarrollar su modo de vida en su ambiente material (Harvey, 1994).

3. Comprender las nociones espaciotemporales de las familias e individuos de las comunidades permite entender por qué y cómo actúan y actuaron ante el conflicto ambiental.

4. Las nociones de tiempo y espacio que las comunidades tienen entrarán en contradicción con las estructuras de poder y los modos de producción y consumo de la ciudad, pues la determinación de aquello que es espacio y tiempo no es políticamente neutral, sino que está incrustada en relaciones de poder que pueden cambiar. Para Harvey, existen dos formas de generar cambios en el espacio y el tiempo: la primera consiste en una relación ­dominante de una sociedad sobre otra, y la segunda se da por los conflictos internos de una misma sociedad.

 

La relación dominante impone una particular concepción del espacio y el tiempo en otra sociedad (Harvey, 1994). En el capítulo de Mochuelo Alto esta relación ­sobresale: mientras esta comunidad concibe el territorio como un espacio de riqueza natural y producción de alimentos, las políticas de la Administración Distrital conciben su espacio como un lugar para la disposición de desechos de la ciudad y promueven la expansión del RSDJ; así, la identificación y la definición de ese espacio con base en la basura se impone y amenaza la permanencia de la comunidad, pues estos usos y definiciones del espacio-tiempo no hacen parte del habitus ni de su cultura campesina.

Por otro lado, en los conflictos internosRSDJusoespaciotemporal