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Cuando Dios incomoda

Reflexiones bíblicas sobre el testimonio cristiano en la sociedad

Darío López Rodríguez

© 2014 Centro de Investigaciones y Publicaciones (cenip) – Ediciones Puma

ISBN N° 978-9972-701-97-9

Primera edición digital: setiembre 2014

Categoría: Teología y doctrina - Teología - Ética

Primera edición impresa: setiembre 2005

ISBN N° 978-9972-701-39-9

Editado por:

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Salvo cuando se indique expresamente otra versión, las citas bíblicas corresponden a la versión Reina Valera 1960

A quien ha alegrado el otoño de mi vida con su fe sencilla como el canto de un niño y con su sonrisa fresca como la garúa fina del invierno limeño. Las palabras no expresan todo lo que su presencia —aparentemente frágil— significa para las horas solitarias y para los ratos libres que se tienen en esta estación de la vida.

Presentación

El movimiento evangélico en América Latina es un hecho incuestionable. En un escenario de muchos contrastes, inequidad, exclusión y de conflictividad, la presencia de las iglesias evangélicas, especialmente en las décadas más recientes, ha experimentado un acelerado crecimiento que ha contribuido a su visibilidad social. El incremento de iglesias y de creyentes en esta parte del continente ha seguido, en verdad, un ritmo constante como queda evidenciada en las estadísticas. En virtud de este crecimiento, algunos analistas de la realidad socioreligiosa latinoamericana se han preguntado si América Latina se vuelve protestante. No cabe duda de que este crecimiento, como anota el teólogo René Padilla, es producto fundamentalmente de la movilización masiva de los fieles en la misión evangelizadora.

La visibilidad que el movimiento evangélico ha ido forjando como sujeto social, ha tenido como componente no sólo actividades de carácter religioso, sino también presencia en la polis en términos de afirmación y construcción de ciudadanía a través de estrategias de lucha contra la pobreza, defensa de la dignidad humana y su contribución a la gobernabilidad democrática, sin que esto signifique negación de la indiferencia o de una desmovilización social en algunos sectores de las iglesias. El hecho de vivir en la polis coloca a las iglesias en un escenario en el cual se construyen alternativas sociales y políticas que son expresadas por mediaciones diversas: organizaciones políticas, movimientos sociales e instituciones de la sociedad civil que actúan en el ámbito no de «lo privado», sino en el de «lo público». Y éste es un espacio que interesa y afecta a todos, es un lugar expuesto a la vista de todos, donde todos se reúnen, hablan, discuten y actúan; un terreno donde se interviene en función de intereses comunes.

Precisamente con relación a la presencia pública de las iglesias y su testimonio en el ámbito de «lo público», el autor de este libro nos invita, como en sus momentos fundantes hiciera la Fraternidad Teológica Latinoamericana, «a regresar a las fuentes de nuestra fe, a predicar la Sola Escritura, a obedecer todo el consejo de Dios en nuestra realidad misionera específica». Las reflexiones bíblicas aquí contenidas están referidas a problemas concretos de la agenda pública e interpreta el mensaje de las Escrituras en el contexto de la realidad histórica y social en la que las iglesias evangélicas están llamadas a cumplir su misión como «sal de la tierra» y «luz del mundo».

El objetivo que anima esta publicación es dialogar y reflexionar con todos aquellos que se encuentran inmersos en la misión integral de la iglesia, y provocar la búsqueda de nuevas formas de ser fieles a Dios en su propósito restaurador de todas las cosas en Cristo.

Los editores

Introducción

Las iglesias evangélicas latinoamericanas ya tienen un espacio propio dentro de los distintos contextos misioneros en los que están insertados como testimonio visible del poder de Dios en acción en el escenario de la historia. Su innegable crecimiento numérico cada día más acelerado, su notoria presencia transformadora en los cinturones de miseria que rodean las enormes ciudades, su terca lucha cotidiana contra el flagelo de la pobreza, su participación en la defensa de la dignidad humana en marcos temporales de violencia política, su compromiso con la defensa de la legalidad democrática en situaciones de convulsión social, entre otras acciones colectivas de testimonio cristiano, pueden explicar por qué son actualmente un actor social y un actor político que ya no es ignorado ni pasa desapercibido por los otros actores colectivos. Y es que para un creciente número de observadores del campo religioso, las iglesias evangélicas representan una reserva moral, cuyo potencial social para una transformación radical de las estructuras de poder de nuestros países corroídos por una corrupción sistémica que amenaza con quebrar las bases mismas de la nación y torpedea todo esfuerzo de consolidación de la democracia, todavía no ha sido valorado suficientemente en su real peso político.

Aunque el crecimiento numérico de las iglesias evangélicas las ha convertido en la segunda confesión religiosa mayoritaria en todos los países latinoamericanos y se comienza a reconocer en las diversas realidades misioneras su aporte específico para la consolidación de la democracia, la presencia cada día más notoria de mega-iglesias independientes tributarias de este tiempo de «retorno de lo sagrado» y que dan cuenta de la diversificación del mercado religioso contemporáneo, está generando al interior de las denominaciones evangélicas, nuevas formas de entender la naturaleza de la iglesia y su vocación misionera radicalmente distintas a la piedad y a la teología que históricamente las ha caracterizado. El correlato de esta nueva realidad es la presencia de problemas sumamente críticos para el testimonio de las iglesias evangélicas como una desmovilización social que se expresa en la apatía y la indiferencia frente a los graves problemas nacionales, un creciente analfabetismo bíblico y exposiciones cada día más descontextualizadas de la Palabra de Dios. ¿Qué hacer en estas circunstancias? Lo mismo que hace unas décadas atrás hicieron los fundadores de la Fraternidad Teológica Latinoamericana en un documento conocido como la Declaración Evangélica de Cochabamba; es decir, un llamado a regresar a las fuentes de nuestra fe, a predicar la Sola Scriptura, a obedecer todo el consejo de Dios en nuestra realidad misionera específica:

El púlpito evangélico está en crisis. Hay entre nosotros un lamentable desconocimiento de la Biblia y de la aplicación de su mensaje al día de hoy. El mensaje bíblico tiene indiscutible pertinencia para el hombre latinoamericano, pero su proclamación no ocupa entre nosotros el lugar que le corresponde. Vivimos en un momento difícil para la Iglesia evangélica en nuestro continente. Urge una toma de conciencia de nuestra situación. El llamado de la hora es volver a la Palabra de Dios, en sumisión al Espíritu Santo. Es regresar a la Biblia y al Señor que reina por medio de ella. Es cuestionar nuestras «tradiciones evangélicas» a la luz de la revelación escrita. Es colocar todas las actividades de la Iglesia bajo el juicio de la Palabra del Dios vivo. Es obedecer las claras demandas de la Palabra de Dios a anunciar a todos el mensaje de Jesucristo llamándolos a ser sus Discípulos, y ser dentro de la compleja realidad social, política y económica de América Latina, una comunidad que expresa el espíritu de justicia, misericordia y servicio que el Evangelio implica (Savage et al 1972:226–227).

Las reflexiones bíblicas reunidas en este libro pretenden ser una contribución que busca llenar el vacío descrito claramente en la cita anterior, un vacío que nos obliga a regresar continuamente a la fuente inagotable de la Palabra de Dios y a beber continuamente de ese pozo que nos proporciona el combustible indispensable que necesitamos para cumplir de manera más fiel con nuestra vocación misionera. Todas estas meditaciones bíblicas fueron expuestas primeramente en el púlpito y en las lecciones de Escuela Dominical de la Iglesia de Dios del Perú «Monte Sinaí» de Villa María del Triunfo (Lima, Perú). Y fueron también discutidas como parte del material de estudio en los distintos centros de formación teológica en los que he enseñado en los dos últimos años: El Seminario Bíblico Gamaliel de la Iglesia de Dios del Perú (Lima, Perú), el Centro de Capacitación Misionera (La Paz, Bolivia), el Seminario Sudamericano de la Iglesia de Dios (Quito, Ecuador), el Colegio Bíblico Pentecostal de la Iglesia de Dios (San Juan, Puerto Rico), la Universidad Bíblica Latinoamericana Recinto-Lima (Lima, Perú), el Church of God Theological Seminary y Lee University (Cleveland, Tennessee, USA).

Cada una de estas reflexiones bíblicas se conecta con un tema concreto de la agenda pública e intenta relacionar el mensaje bíblico con la realidad histórica concreta en la que las iglesias evangélicas cumplen su misión de ser sal de la tierra y luz del mundo. Fueron forjadas en diálogo con la realidad misionera y como respuesta a las necesidades pastorales del pueblo de Dios en misión. En ese sentido, no se trata de meditaciones articuladas para satisfacer el «paladar» de los curiosos y de los despistados, o que buscan agradar a los que presumen de sabios, sino que se trata de meditaciones que han sido escritas para dialogar con aquellos que están inmersos en la misión y que están buscando pistas bíblicas para profundizar aún más su compromiso con la defensa, confirmación y extensión de la buena noticia del reino de Dios en esta tierra de promesa llamada América Latina.

El título de este pequeño volumen Cuando Dios incomoda, está inspirado en un libro que la Editorial La Aurora y la Casa Unida de Publicaciones publicaron conjuntamente en 1962 con el título Cuando molesta la conciencia... El autor de este hermoso libro fue el pastor de la Iglesia Evangélica Metodista Emilio Castro y en él se reunían 11 sermones que fueron predicados —la mayoría de ellos— en la Iglesia Metodista Central de Montevideo (Uruguay). En uno de esos sermones, cuya actualidad no deja de llamar la atención después de casi cuatro décadas, Emilio Castro afirmaba que:

En el Espíritu de Cristo la iglesia debe ser el hogar de aquellos a los cuales la sociedad no considera ya parte de sí misma. Toda congregación debe abrirse gozosamente al paria social y sentir la alegría de contemplar en el seno de la misma a aquellos que en otro lado se ven considerados como objeto de rara observación y señalados con el dedo acusador de la autojustificación social. Pero la iglesia, amigo, esa iglesia que eres tú y que soy yo, debe ser al mismo tiempo que el hogar del paria, la conciencia moral de la sociedad. No puede limitarse a recibir las víctimas de la sociedad, a refrescar un poco las heridas del viandante que cayó en manos de los ladrones [...] (Castro 1962:89).

De eso se trata. De ir más allá de la proclamación verbal del evangelio, de escuchar la Palabra de Dios y de ser capaz de obedecer sus exigencias en el marco temporal en el que Dios nos ha puesto como artesanos de la paz, agentes de reconciliación, pregoneros de la justicia, canales de solidaridad y amigos de la vida. En este libro se afirma que el Dios de la Biblia se presenta como un Dios que desacomoda a los acomodados de este mundo; un Dios que incomoda a los que se sienten cómodos en sus lugares de privilegio social, político, económico o religioso; un Dios que invierte la pirámide de poder exaltando a los humildes y derribando a los poderosos; un Dios que molesta la conciencia de los que permanecen inconscientes frente a la realidad de miseria en la que viven millones de seres humanos. Trata del Dios que incomoda a todos aquellos que, desde sus posiciones de poder, ejercen violencia contra otros seres humanos y aumentan sus cuentas bancarias despojando a los pobres de la tierra.

Las reflexiones bíblicas compiladas en este libro apuntan en esa dirección. Intentan que los lectores entiendan que el discipulado cristiano implica sentir, pensar y actuar como discípulos de Dios en todo momento y dentro de cualquier coyuntura histórica. Intentan articular una agenda de acciones colectivas que coadyuven a un mayor compromiso con la misión integral de la iglesia en un contexto de ambigüedad y de acomodos al sistema predominante en el que existe un enorme déficit de generosidad, solidaridad y amor por la vida. En suma, se trata de un libro que quiere provocar un diálogo que nos conduzca a buscar nuevas formas de ser fieles a Dios y de esbozar una agenda que coadyuve a una inserción madura en las nuevas fronteras de misión que se tienen que cruzar en este tiempo preñado de oportunidades.