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Jochen Mecke (coord.)

Discursos del 98

Albores españoles de una modernidad europea

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Jochen Mecke (coord.)

Discursos del 98

Albores españoles de una modernidad
europea

Iberoamericana • Vervuert

2012

Impreso con la ayuda de la Universidad de Ratisbona y del
Centro de Estudios Hispánicos de la Universidad de Ratisbona/
Gedruckt mit freundlicher Unterstützung der Universität
Regensburg und des Spanienzentrums der Universität
Regensburg

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Reservados todos los derechos

© Iberoamericana 2012
c/Amor de Dios, 1
E-28014 Madrid

© Vervuert 2012
Elisabethenstr. 3-9
D-60594 Frankfurt am Main

info@iberoamericanalibros.com
www.ibero-americana.net

ISBN 978-84-8489-648-7 (Iberoamericana)
ISBN 978-3-86527-702-2 (Vervuert)

e-ISBN 978-3-86527-995-8

Depósito legal:
Diseño de la cubierta: Marcela López Parada
Foto de la cubierta: Darío de Regoyos y Valdés:
Vendredi Saint en Castille, 1904
© de la fotografía Museo de Bellas Artes de Bilbao
Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico
blanqueado sin cloro.
Impreso en España

Índice de contenido

I. Prefacio

Jochen Mecke. Discursos del 98: albores españoles de una modernidad europea

II. Discursos intelectuales del 98

E. Inman Fox. Grupos y posiciones intelectuales del 98

Walther L. Bernecker. El debate sobre hispanocentrismo o europeización: la crisis de 1898 en España

José Luis Abellán. La dialéctica identidad / diferencia en Miguel de Unamuno

Walter Bruno Berg. Discursos latinoamericanos en torno a la Generación del 98: el hispanismo

Francisco José Martín. Del problema de España al problema de Europa: la crítica orteguiana del 98

Norbert Rehrmann. Los pilares de la Hispanidad: la España imaginaria de Ramiro de Maeztu

Richard A. Cardwell. ¿Radicalismo político o estética radical?

III. La reinterpretación de la tradición: los mitos

Michaela Peters. Los símbolos colectivos en el 98

José Rafael Hernández Arias. El «Quijote» como mito político y símbolo de identidad en la Generación del 98

Martin Franzbach. Mitos de la Generación del 98: Don Juan

Gudrun Wogatzke. «La vida es sueño»: del discurso ortodoxo calderoniano al discurso existencialista unamuniano

IV. La cuestión de la modernidad:
simbolismo, modernismo, decadentismo

Jochen Mecke. La estética del 98: albores españoles de una modernidad europea transversal

Sabine Friedrich. La ambivalencia de las formas de la percepción en la obra de Miguel de Unamuno

Vittoria Borsò. Temporalidad y alteridad: la arqueología de Castilla en la obra de Antonio Machado

Annette Paatz. Discursos (con-)fluentes en dos novelas de Miguel de Unamuno

Germán Gullón. La modernidad silenciada: la cultura española en torno a 1900

Serge Salaün. El cuerpo tiene la palabra: influencias simbolistas en el teatro español hacia 1900

Robert C. Spires. Santa / Satanás: discurso deífico / diabólico en «Sonata de primavera»

Jorge Urrutia. La conformación del simbolismo español

V. Arte y medios de comunicación

José Luis Bernal Muñoz. Entre la tradición y las vanguardias: la estética del 98

Rainer Kleinertz. La música española en el entorno del 98: tradición y modernidad

Dagmar Schmelzer. Azorín como precursor de la escritura fílmica de la vanguardia: un estudio del discurso intermedial de los años 20

Rafael Utrera. Los discursos cinematográficos del 98: del europeísmo a la españolidad

VI. Dos fines de siglo

Gonzalo Navajas. El 98 y el proyecto moderno: dos momentos finiseculares

Ulrich Winter. Escenas de traducción simultánea: la identidad cultural y el sujeto (pos)moderno en dos fines de siglo (Miguel de Unamuno, Antonio Muñoz Molina, Javier Marías)

VII. Datos bio-bibliográficos

En memoria de
Inman Fox y
Norbert Rehrmann

I.

Prefacio

Jochen Mecke

Discursos del 98: albores españoles de una modernidad europea

España era el problema y Europa la solución.

(José Ortega y Gasset)1

Al pasar revista a los trabajos de crítica literaria sobre la literatura española en torno a 1900, surge una aparente contradicción. Si, por un lado, se reconoce generalmente que la derrota de los buques españoles en la guerra de 1898 marcó un momento decisivo en la historia cultural de España, por el otro, cabe constatar que la noción historiográfica del mismo nombre no tuvo el mismo éxito. Como es sabido, la etiqueta que lleva el nombre de esta fecha simbólica, es decir, la llamada Generación del 98, es objeto de importantes objeciones.2 Por supuesto, los motivos de estas críticas son múltiples, pero uno de los más frecuentes se debe a la sospecha de que esta noción historiográfica aísla la literatura española de la modernidad europea y crea la impresión de ser algo completamente aparte. Ya Ricardo Gullón, en su conocido artículo La invención del 98, criticó que la noción de Generación del 98 había conducido a aislar la literatura española de su contexto europeo.3 En efecto, el célebre lema de Ortega y Gasset citado arriba se puede aplicar también a la historiografía de la literatura: Si «la Generación del 98» es el problema, un enfoque que la sitúe en el contexto europeo de la modernidad puede quizás contribuir a la solución de este problema de la historia literaria. Si, a pesar de todas las diferencias teóricas y metodológicas que los caracterizan, los trabajos presentados aquí comparten una convicción, es seguramente la necesidad de «modernizar» y «europeizar» la literatura española del principio del último siglo, es decir, investigar sus dimensiones europeas y modernas, dimensiones, por consiguiente, que una excesiva insistencia en sus particularidades «españolas» había contribuido a ocultar. Sin embargo, esta ampliación de la perspectiva hacia la modernidad europea no significa que las obras y los autores en cuestión no tuvieran nada en común o que la noción del 98 se debiera abandonar. Al contrario, la noción misma del 98 sugiere la idea de que forman parte de un discurso que se manifiesta tanto en las posiciones intelectuales como en las prácticas estéticas. Así, al mismo tiempo que se extiende la perspectiva para investigar las características que los discursos del 98 tienen en común con la modernidad europea, es necesario indagar sobre los rasgos característicos compartidos por los autores y las obras del 98.

Asimismo, los artículos reunidos en este volumen se han propuesto abrir la cerca historiográfica en que cierta crítica había encarcelado la literatura española de la época para situar la modernidad española en su contexto moderno. Se trata por consiguiente de enfocar las obras y los autores del 98 desde una perspectiva claramente europeísta para revelar su fondo moderno y para demostrar que la literatura española de ese momento no es otra cosa que la expresión española de la modernidad europea. Esto no impide analizar también sus particularidades, pero estas últimas serán tenidas en cuenta sin, por lo tanto, aislar las obras del 98 de su entorno moderno. Y dado que este fenómeno no concierne solamente a la literatura, el presente volumen incluye también los discursos intelectuales, el arte y la música.

1.    Discursos del 98

Además de aislar la literatura española de su contexto europeo moderno, se objeta también a la Generación del 98 la mezcla de preocupaciones intelectuales e intereses estéticos. De ahí la preferencia por la noción más literaria del «modernismo». De hecho, según la crítica tradicional, las obras de los autores rubricados como pertenecientes a la Generación del 98 se definen sobre todo por un tema, a saber, España o el supuesto «problema de España», y por una actitud ambigua hacia ella que consiste en la coexistencia contradictoria de una crítica acerba del país y de su vindicación incondicional, de un anhelo de europeizar a España y, al mismo tiempo, de conservar la identidad tradicional del país.4 En cambio, los artículos de este volumen distinguen entre el discurso intelectual y el discurso literario con el objetivo de analizarlos separadamente para enfocar después sus interrelaciones múltiples. Esta orientación metodológica permite, por un lado, examinar el discurso intelectual y político con mayor libertad y, por el otro, concentrarse en el potencial moderno de aquellas obras. De esta manera, se puede demostrar que las obras literarias, pertenezcan estas a la Generación del 98 o al modernismo, fluyen también por el cauce de la modernidad en su acepción más amplia. Así, se puede contribuir a una refutación de la tesis, demasiado reductora, de un supuesto retraso, cuando no ausencia, de la modernidad en la cultura española alrededor de 1900.

Esta tendencia a centrar el interés del estudio en torno a los aspectos literarios sui generis es acompañada por otra que le es complementaria y que consiste en una ampliación considerable del campo de investigación hacia otras artes y hacia el contexto socio-cultural. Así, la sociología de la literatura ha establecido ya una relación entre la literatura del 98 y la crisis de la pequeña burguesía, mientras que otros trabajos han indagado las condiciones de producción y recepción culturales, en particular la influencia de los medios de comunicación, como por ejemplo los periódicos, las revistas y el cine, sobre las prácticas estéticas.

Además, el presente volumen se ha propuesto reintegrar diferentes enfoques y aspectos del fenómeno del 98 y analizar el conjunto de sus mutuas relaciones. En efecto, los autores del 98 integraron varias prácticas discursivas muy influyentes en la historia de la cultura española moderna y que iban a dominar el campo intelectual durante muchos años, como por ejemplo un discurso filosóficoteológico que sienta las bases de un existencialismo prematuro, una práctica estética de la modernidad que revoluciona el campo literario y determina su estructura para las próximas décadas, un discurso historiográfico con una categoría (generación) y un esquema específicos (sucesión de generaciones en vez de «-ismos») que domina la historiografía de la literatura española hasta los años sesenta y aun más allá.

Si, a pesar de las ya mencionadas críticas a la fórmula Generación del 98, la noción del 98 se conserva en estas páginas bajo la forma de discurso(s) del 98, no es para suscitar otra vez una discusión –dicho sea de paso bastante infructuosa– acerca de las nociones concurrentes de Generación del 98 y modernismo, sino más bien para hacer hincapié en el hecho de que se trata no sólo de una práctica estética, sino también de un conjunto de prácticas discursivas cuyas interacciones están todavía por analizar. La compleja relación entre España y Europa, una problemática central del discurso del 98, constituye aquí uno de los principales objetos de investigación. De hecho, los escritores de la llamada generación se encontraban ante un dilema crucial: la derrota de los buques españoles en la bahía de Santiago hizo sentir la necesidad urgente de modernizar España en todos los campos, tanto en el campo político como en el dominio cultural, una modernización entendida bajo el signo de la europeización. Sin embargo, si modernización significa europeización de España se plantea inmediatamente un problema de identidad: ¿Cómo preservar la identidad cultural de España ante la necesidad cada vez más imperiosa de transformarla profundamente?

La propuesta de nuestro volumen consiste en examinar obras literarias, artísticas y musicales, así como ensayos filosóficos en el marco de la modernidad europea. Para realizar este objetivo, desempeña un papel importante la relación entre tradición y modernidad, entre identidad española y modernidad europea, un problema que –por lo demás– no es completamente ajeno a las preocupaciones tanto del noventayocho como del modernismo, puesto que ya el término modernismo transforma lo que es la condición a priori de una época literaria en un objetivo alcanzable a posteriori a través del cumplimiento de un programa. Ahora bien, si la compleja relación entre el anhelo de preservar la identidad cultural de España, por un lado, y la necesidad de una modernización, por el otro, se manifiesta en todas las prácticas del discurso del 98, se impone un análisis de estas prácticas en relación con este problema. Según esta hipótesis, la dificultad de impulsar una modernización sin perder la identidad cultural en el camino se plantea tanto en el discurso literario mismo como en la reflexión filosófica o en la descripción del paisaje castellano. De ahí que parezca prometedor el procedimiento de analizar también las prácticas estéticas del 98 como intentos de encontrar una solución a este problema de la modernidad.

2.    Dimensiones modernas del 98

Conforme a esta concepción, los artículos reunidos aquí abarcan varios aspectos del discurso del 98.

2.1  Discursos intelectuales del 98

La primera sección está dedicada a los discursos intelectuales. En su artículo sobre Grupos y posiciones intelectuales del 98, Inman Fox reconstruye las condiciones previas del compromiso intelectual, como por ejemplo el contexto económico, las estructuras políticas, el analfabetismo y también las instituciones como el Ateneo o la Institución Libre de Enseñanza, que constituye uno de los orígenes de la acción intelectual de los autores del 98, para determinar después algunas posiciones políticas. Su contribución es también un alegato a favor de una visión en conjunto de las obras literarias y del compromiso intelectual del 98.

Por su parte, en su contribución El debate sobre hispanocentrismo o europeización, Walter Bernecker integra las posiciones del 98 acerca de Europa en una vista de conjunto para comprender mejor las condiciones históricas y también la evolución del discurso europeísta del 98. Su artículo reconstruye la historia del autoaislamiento español como condición previa y hace hincapié en la ambigüedad fundamental de las posiciones intelectuales hacia el 98 de la que hacen muestra por ejemplo los textos de Maeztu o Unamuno. El historiador incluye también el discurso regeneracionista en su reflexión para pasar después a las posiciones de los intelectuales ya europeizados como Ortega y Gasset o Eugenio d’Ors que se daban cuenta del retraso científico del 98.

En La dialéctica identidad / diferencia en Miguel de Unamuno, José Luis Abellán también coloca las posturas intelectuales del 98 en un contexto más vasto, esta vez el de la continuidad histórica con el siglo XIX, en el que ya hubo un movimiento crítico y de regeneración de España y cuyos continuadores son los autores del 98. El ensayo analiza la teoría de la identidad inherente en la concepción unamuniana de la intrahistoria y en qué medida esta puede contribuir a solucionar el problema de la modernización de España sin, por lo tanto, perder la identidad cultural del país. Así Unamuno considera la intrahistoria como sustancia del progreso tan necesitado, sin poner en peligro la identidad cultural de la nación.

Walter Bruno Berg opta en su artículo Discursos latinoamericanos en torno a la Generación del 98: el hispanismo por un método diferente para acercarse a la problemática del 98. Primero, echa un vistazo desde fuera, es decir desde Argentina, sobre los problemas españoles; segundo, se sirve de textos no canónicos; y tercero, desarrolla una concepción diferente de la identidad. De hecho, su análisis de poemas de Rubén Darío, escritos con ocasión de la visita de un grupo de teatro español, con la famosa actriz María Guerrero; del ensayo El solar de la raza, del novelista Manuel Gálvez; y de un texto de Unamuno, demuestra que, al mismo tiempo que el desastre del 98 despierta una crisis de identidad en España, nace en Argentina un nuevo proyecto de autodefinición que está basado, por cierto, en el hispanismo, pero que enfoca esta identidad más desde una perspectiva de alteridad.

En su ensayo Del problema de España al problema de Europa: la crítica orteguiana del 98, Francisco Martín investiga las razones para la separación entre el noventayocho y Ortega. El autor demuestra que el cambio de rumbo orteguiano coincide con su estancia en Alemania y, sobre todo, con su descubrimiento del neokantianismo, que le revela que el individualismo subjetivo de los autores del 98 les impide ver la realidad de su país con cierta objetividad y participar en proyectos colectivos. Además, el radicalismo político de la juventud del 98 les hacía incapaces de aceptar compromisos. De ahí que Ortega no pudiera participar en el proyecto de reconstrucción de la identidad española por medio de la invención de una supuesta alma del país y tampoco en la tentativa de buscar la verdadera identidad del país en el pasado, en la literatura, en el paisaje, con el objetivo de generar una renovación desde dentro, es decir a partir del alma española bien definida en los límites del «Volksgeist».

En su artículo Los pilares de la Hispanidad: la España imaginaria de Ramiro de Maeztu, Norbert Rehrmann también enfoca el fenómeno del 98 desde una perspectiva latinoamericanista y coloca las concepciones de la hispanidad desarrolladas por Ramiro de Maeztu en el contexto de varias culturas y religiones, como por ejemplo América Latina, los judíos y los musulmanes, que servían como diferencias con respecto a las cuales se podía establecer la identidad española. El artículo retrata la evolución intelectual de Maeztu desde sus posiciones críticas respecto de la tradición española en su juventud hasta su nacional-catolicismo en los años 30. Rehrmann muestra que la relación con otras culturas como la anglosajona, la judía o la musulmana siempre desempeñó un papel importante en el intento de determinar la identidad española y eso independientemente de la posición adoptada respecto a la cuestión de si esta era positiva o negativa.

Por su parte, Richard Cardwell analiza la relación entre el discurso intelectual y la posición literaria de los autores en cuestión en ¿Radicalismo político o estética radical? Su ensayo sobrepasa las divisiones entre 98 y modernismo mostrando –mediante el análisis de un texto de Azorín– que los escritores del 98 y del modernismo compartían todos el mismo lenguaje estético, de hecho muy cercano al simbolismo, y que participaban todos en los movimientos modernos europeos. Desde la perspectiva europea, la pasión por los viajes y la descripción del paisaje no aparece como una particularidad del 98, ya que esta preocupación se encuentra también en Juan Ramón Jiménez. Además, Cardwell proporciona una explicación para la búsqueda frenética de una nueva identidad propicia a compensar el complejo de inferioridad causado por la derrota y el retraso del país. De esta manera, desaparece el antagonismo entre modernismo y 98 ante la modernidad literaria y la búsqueda de una nueva dignidad del país.

2.2  La reinterpretación de la tradición: los mitos

Una parte importante de la obra del 98 consistía en una nueva interpretación de los mitos que constituye el tema principal de la segunda sección del presente libro. Así, en Los símbolos colectivos en el 98, Michaela Peters presenta un análisis de los mitos del 98, sirviéndose del método del análisis de los símbolos colectivos preconizado por el teórico de la literatura Jürgen Link. Así, a pesar de las diferentes posiciones concretas, desde el famoso «¡Muera Don Quijote! ¡Viva Alonso Quijano, el bueno!» hasta la santificación del Quijote, el personaje y el libro del Quijote, tanto como la Celestina y Don Juan, servían como base común e intersección de los diferentes discursos especializados de la España del 1900.

En su análisis del «Quijote» como mito político y símbolo, José Rafael Hernández Arias investiga los motivos de la fascinación ejercida por el Quijote sobre los autores del 98. Para él, el mito del Quijote respondió a una crisis «metapolítica» que conllevaba una crisis de identidad individual y colectiva, que era también el tema de la novela cervantina. Así, independientemente de las posiciones a veces contradictorias que tomaban los autores, el Quijote constituía, sin embargo, una de las coordenadas mediante las que toda una generación de autores intentaba expresar su búsqueda de una nueva identidad española y personal.

En su lectura crítica de los Mitos de la Generación del 98: Don Juan, Martin Franzbach analiza la gama de las interpretaciones de la figura del Don Juan, desde la imagen conservadora desarrollada por Azorín y la instrumentalización abierta de Ramiro de Maeztu, pasando por la inversión del mito practicada por Unamuno, para quien Don Juan es la víctima pasiva del asedio de las mujeres, y por la interpretación filosófica de Ortega y Gasset, hasta la desmitificación de esta figura emblemática por Antonio Machado y Ramón del Valle-Inclán. En todos estos casos e independientemente de su interpretación conservadora o liberal, el personaje de Don Juan funciona cada vez como la encarnación de las virtudes y los males de España.

Gudrun Wogatzke investiga igualmente el funcionamiento de un mito literario, esta vez el de Calderón, en los ensayos y textos literarios de Miguel de Unamuno. Su artículo La vida es sueño muestra toda la ambigüedad que manifiesta este escritor respecto al autor barroco por excelencia y expone cómo en los ensayos el discurso calderoniano se transforma en un discurso moderno y existencialista.

2.3  La cuestión de la modernidad: simbolismo, modernismo, decadentismo

La tercera sección trata principalmente los problemas de la modernidad. Así, en La estética del 98: albores españoles de una modernidad europea transversal, Jochen Mecke después de desarrollar una concepción de la modernidad basada en algunos principios, intenta determinar la posición noventayochista respecto de la modernidad mediante el análisis de dos novelas de Miguel de Unamuno. Su trabajo hace hincapié en la ambigüedad del autor salmantino que, por cierto, utiliza abundantemente técnicas literarias modernas, pero cuya estética contiene, sin embargo, elementos tradicionales, poniendo de esta manera en escena el «agon» entre tradición y modernidad en la novela misma. Concluye que la poética agónica unamuniana constituye una verdadera puesta en abismo del conflicto entre tradición y modernidad que determina también su poética novelesca.

Sabine Friedrich, en su artículo sobre La ambivalencia de las formas de la percepción en la obra de Miguel de Unamuno, enfoca los discursos del 98 desde un planteamiento epistemológico que parte de los cambios modernos en la estructura de la percepción que define como fragmentación, perspectivismo y simultaneidad, un cambio que se refleja también en la literatura moderna. Mediante el análisis de los poemas unamunianos, el artículo muestra que, a pesar de su rechazo a la modernidad en sus escritos poetológicos, su práctica estética está marcada por una profunda ambigüedad, ya que está contagiada por formas modernas de la percepción y se resiste, sin embargo, a ellas.

Una categoría clave de la modernidad literaria es el tiempo. Vittoria Borsò demuestra en su contribución, Temporalidad y alteridad, que Antonio Machado participa de lleno en la modernidad, ya que su obra está profundamente anclada en una temporalidad moderna. Mediante un análisis detallado de los poemas machadianos desde Soledades hasta Campos de Castilla, la crítica logra demostrar que el principio estético de estos poemas reside en una tensión productiva entre lirismo y casticismo, y entre subjetividad y objetivismo, y que la base común entre ambas tendencias se encuentra en la experiencia de la discontinuidad temporal.

En su ensayo sobre Discursos (con-)fluentes en dos novelas de Miguel de Unamuno, Annette Paatz parte de la idea de que el estudio de las novelas de Miguel de Unamuno es un medio idóneo para comprender su pensamiento. Su lectura socio-política de Niebla y Abel Sánchez demuestra que, por cierto, las novelas son el resultado de un alejamiento progresivo de las preocupaciones sociales de sus inicios y corresponden en esto a las posiciones políticas de la burguesía liberal, pero que constituyen al mismo tiempo un complejo de discursos estéticos confluentes que dialogan entre ellos en la novela misma. Al fin y al cabo, Paatz considera la novela unamuniana como una anticipación de los logros de los novelistas norteamericanos del siglo XX.

Es justamente en este contexto del redescubrimiento de las estructuras modernas de la literatura española alrededor del año 1900 donde se sitúa el trabajo de Germán Gullón sobre La modernidad silenciada: la cultura española en torno a 1900. La crítica principal del autor se dirige contra una tradición de la crítica literaria y universitaria que, por haberse centrado demasiado en la dimensión española de esta literatura, ha oscurecido en parte el potencial moderno de las obras en cuestión. Así, el enfoque de Gullón consiste en una ampliación de la perspectiva para revelar los rasgos esencialmente modernos y europeos de estos autores. Gullón interpreta las actitudes del decadentismo como una tendencia hacia la emancipación de la literatura con respecto a la sociedad, con el objetivo de conquistar cierta autonomía relativa para analizar después los cambios de la percepción debidos a la técnica moderna y los nuevos medios de transporte y de comunicación, condición imprescindible para el nacimiento de una literatura finisecular, cuyo principio consistía –según Gullón– en desarrollar el significado del texto a partir de una reconfiguración del mapa sensorial humano. Sobre estas bases asienta una crítica de la oposición entre modernismo y noventayocho que ha contribuido a silenciar la diferencia y la modernidad de la literatura finisecular en España. Esta redefinición conlleva una propuesta para ampliar la connotación del 98 y considerarla como vertiente española de la modernidad europea.

En su artículo El cuerpo tiene la palabra: influencias simbolistas en el teatro español hacia 1900, Serge Salaün opta por la misma ampliación, esta vez en el dominio del teatro. Para él, la separación entre simbolismo y modernismo es una falacia crítica porque crea la impresión de que se trata de un movimiento completamente diferente del simbolismo europeo. Lo mismo vale para modernismo y 98, ya que para el crítico francés son rigurosamente complementarios. Después de reconstruir los logros más importantes y los principios estéticos tal como se manifiestan en la poesía, consagra su estudio al teatro en torno a 1900, un teatro que opera una ruptura con el realismo y sufre una nítida influencia simbolista, incluso si las obras de teatro simbolistas muy a menudo no llegaban a la escena en su momento.

También Robert Spires, en Santa / Satanás: discurso deífico / diabólico en «Sonata de primavera», enfoca la literatura finisecular desde una perspectiva declaradamente europea. Su artículo investiga la heteroglosia fundamental de la Sonata de primavera en la que intervienen no sólo discursos modernistas, sino también posmodernos. Spires muestra cómo las diferencias y jerarquías tradicionales en España, así como la oposición entre tradición y modernidad, se ven invalidadas o más bien deconstruidas en y por la novela de Valle-Inclán, una deconstrucción que genera una nueva forma estética y un nuevo modo de ver la realidad.

En su artículo sobre La conformación del simbolismo español, Jorge Urrutia investiga también la compleja relación que la literatura española finisecular mantiene con la modernidad europea. Así muestra cómo los movimientos europeos influyeron en los autores del 98 y cómo su estética radicaba –según una idea de Juan Ramón Jiménez– ya en Gustavo Adolfo Bécquer. Lo que caracteriza al trabajo de Jorge Urrutia, como a todos los demás de esta sección, es el intento de enfocar el noventayocho desde una perspectiva claramente literaria y no solamente como movimiento ideológico.

2.4  Arte y medios de comunicación

Con el artículo de José Bernal Muñoz, Entre la tradición y las vanguardias: la estética del 98, se abre otra sección de este libro dedicado al arte, a la música y a las relaciones entre literatura y cine. De hecho, el autor insiste a justo título en que si la Generación del 98 fue considerada esencialmente como un grupo de intelectuales preocupados por el futuro de España y que trataban de ética, política, regeneracionismo y filosofía en ensayos a veces impregnados de pesimismo, es porque muy a menudo se ha borrado completamente su dimensión sensitiva y estética. En su contribución, Bernal Muñoz demuestra que no sólo la Generación del 98 no fue ajena a las artes plásticas sino que, todo al contrario, fue en las artes plásticas donde encontró algunos de sus argumentos esenciales e incluso manifestaciones de su ideología. El autor demuestra que esto fue posible porque pintores como Zuloaga, Sorolla, Darío de Regoyos y otros más compartían la misma preocupación por la identidad nacional que los autores en cuestión e intentaron dar una respuesta mediante sus cuadros.

En su artículo sobre La música española en el entorno del 98: tradición y modernidad, Rainer Kleinertz examina la producción musical alrededor de 1900 como expresión de la misma búsqueda de una identidad española y de una apertura hacia la modernidad tal como se expresa también en la literatura. Su artículo deja muy en claro que si, por cierto, compositores como De Falla, Granados o Albéniz buscaban el verdadero carácter nacional a través de sus composiciones, contribuyeron al mismo tiempo a la superación de este discurso investigando la modernidad musical europea.

Dagmar Schmelzer considera a Azorín como precursor de la escritura fílmica de la vanguardia. Su análisis, inspirado en la teoría de la intermedialidad, intenta reconstruir el discurso contemporáneo sobre el cine y también la percepción del cine por los coetáneos y servirse de ello como punto de referencia para la determinación de técnicas intermediales. El artículo demuestra claramente que, para Azorín, las técnicas cinematográficas le permitieron distanciar irónicamente los modelos de un realismo obsoleto sin, por lo tanto, dedicarse enteramente a las técnicas modernas. Así, su obra es la manifestación de una posición ambigua entre tradición y modernidad.

La misma ambigüedad constituye el objeto del estudio de Rafael Utrera sobre Los discursos cinematográficos del 98. Por un lado, el autor insiste en el hecho de que la Generación del 98, o más bien los autores a principios del siglo, eran también una especie de generación del 95 o 96, ya que –y esto independientemente de sus posiciones respectivas en pro o en contra del nuevo medio del cine– se encontraban en una situación que les forzaba a tomar posición con respecto a estas nuevas coordenadas. Incluso si Machado y Unamuno rechazaban –cada uno por motivos diferentes– el nuevo medio, Utrera constata que, en cambio, Azorín y Valle-Inclán están defendiendo el cine, lo que influye también en la práctica estética de algunos autores, incluso los que ofrecieron sus novelas para una adaptación cinematográfica.

2.5  Dos fines de siglo

La última sección de este volumen investiga las afinidades entre los dos últimos fines de siglo. Así, en El 98 y el proyecto moderno, Gonzalo Navajas compara el penúltimo con el último fin de siglo con el objetivo de destacar las semejanzas y las diferencias, a saber, una modernidad ya asegurada a pesar de su relativa juventud, con una modernidad en crisis. De esta manera intenta echar un vistazo «posmoderno» sobre el noventayocho. De hecho, ambas situaciones se caracterizan por la disparidad de sus elementos estéticos, pero el artículo muestra que mientras la disparidad del 98 todavía estaba en busca de una homogeneidad, la posmodernidad ya ha renunciado a la idea misma de una tal unidad superior. El artículo desarrolla este interesante aspecto también en el plano temporal y espacial. Así para Gonzalo Navajas parece erróneo atribuir los rasgos característicos del noventayocho solamente a algunos autores españoles y los interpreta más bien como expresión española de la modernidad europea, cuyo significado no se limita a un análisis de la situación en España.

Si Gonzalo Navajas emprende un análisis del 98 desde una perspectiva posmodernista, Ulrich Winter intenta un enfoque inverso en Escenas de traducción simultánea, ya que su contribución trata de analizar dos novelas contemporáneas y posmodernas a la luz de la estética noventayochista. En ambos casos la identidad personal e individual está íntimamente relacionada con la identidad cultural de España. En su intento de comparar los discursos de identidad de las dos épocas, se perfilan claramente dos modelos diferentes. Mientras ambos movimientos surgen de un análisis de la aniquilación inminente de la identidad individual por los cambios que la modernidad conlleva, Unamuno parte –según Ulrich Winter– todavía de un modelo esencialista de la identidad, modelo obsoleto en la época ulterior. El artículo opone este modelo de individualidad a otro que se desarrolla en las novelas posmodernas de Javier Marías y Antonio Muñoz Molina y que ya no se basa en un modelo sustancialista, sino en la búsqueda de una identidad basada en el principio de una coherencia adquirida a través de contextos.

3.    Agradecimientos

Si estos discursos del 98 encuentran hoy acomodo entre las cubiertas de un libro, se debe a la preciosa ayuda de algunas instituciones y personas: la Universidad de Regensburg, su Centro de Estudios Hispánicos, que han subvencionado la publicación; la editorial Vervuert que ha aceptado el libro en su programa; Anne Wigger de la misma editorial, que ha coordinado la impresión; Lluís Múrcia i Tordera y Hubert Pöppel, que han corregido los artículos; y Sabine Buresch, que ha realizado el formateo y paginación. No se nos queda más que agradecérselo cordialmente y desear una lectura agradable a los lectores interesados en la modernidad temprana en España.

Notas al pie:

1La cita completa dice: «Verdaderamente se vio claro desde un principio que España era el problema y Europa la solución.» (José Ortega y Gasset Ortega y Gasset: «La pedagogía social como programa político», en: Obras Completas I (1902-1916). Madrid: Revista de Occidente 1966, pp. 503-521, aquí p. 521).

2Incluso si se puede dudar de la gravedad de las consecuencias económicas para el país, ya que cabe tener en cuenta que el regreso del capital invertido en las colonias regresaba a España y podía contribuir a una reinversión y un recrecimiento de la economía española, lo que es innegable es el impacto que tuvo el desastre militar sobre la identidad política y cultural de España (v. José Luis García Delgado / Juan Carlos Jiménez Jiménez: «La recuperación económica tras la pérdida de los mercados del ultramar», y Seco Serrano, Carlos: «Implantación y evolución de un modelo político: el Estado canovista», en: Laín Entralgo, Pedro / Seco Serrano, Carlos: España en 1898: las claves del desastre. Barcelona: Galaxia Gutenberg, pp. 261-276; pp. 21-64). En su ensayo España frente a Europa (Barcelona: Alba 1999), Gustavo Bueno lleva la evaluación de las consecuencias hasta la tesis que el desastre del 98 había invalidado una identidad política española tradicionalmente basada en la noción del imperio.

3Ricardo Gullón: La invención del 98 y otros ensayos. Madrid: Gredos 1969, p 7.

4V. por ejemplo el libro de Pedro Laín Entralgo que puede considerarse a justo título como la «vulgata» del noventayochismo y su insistencia en el amor amargo hacia España y la actitud del dolorido sentir (Pedro Laín Entralgo, La generación del 98. Madrid: Austral 1997: Cap. VI, pp. 183-288).

II.

Discursos intelectuales

del 98