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¿Sigue importando la Reforma?

En 1517, un monje alemán clavó un cartel a la puerta de una iglesia, en el que se impugnaban las doctrinas prioritarias que enseñaba la iglesia católico romana en aquellos días. Ese momento inició un movimiento que cambió toda la trayectoria de la historia de la iglesia. Pero, ¿tienen aún los reformadores algo que enseñarnos?

En este accesible manual básico, Tim Chester y Michael Reeves responden a once preguntas clave suscitadas por los reformadores, preguntas que siguen siendo críticamente importantes para la iglesia de hoy.

“Rara vez se encuentra tan rica combinación de teología histórica y apasionado argumento exegético. Es una cálida y rigurosa defensa pastoral de las afirmaciones fundamentales de la Reforma”.

MICHAEL HORTON,

J. Gresham Machen, catedrático de Teología Sistemática y Apologética del Seminario Westminster de California; autor, Calvin on the Christian Life.

“Este oportuno libro subraya la importancia vital de aquello a cuya enseñanza dedicaron su vida Martín Lutero y otros protestantes pioneros”.

MARK NOLL,

Francis A. McAnaney, catedrático emérito de Historia, Universidad de Notre Dame; editor, Protestantism after 500 Years.

TIM CHESTER (Doctor en Filosofía, Universidad de Gales) es pastor de la Grace Church, Boroughbridge y director del plan de estudios para la academia Acts 29 Oak Hill. Es autor o coautor de más de treinta libros, incluidos Iglesia radical, Cristianos superocupados, Tú puedes cambiar, Facebook y El héroe común.

MICHAEL REEVES (Doctor en Filosofía, King’s College, Londres) es presidente y catedrático de teología en la Union School of Theology de Oxford. Es autor de numerosos libros, incluido The Unquenchable Flame: Discovering the Heart of the Reformation.

Raramente se encuentra una combinación tan rica de teología histórica y argumento exegético apasionado. Estamos ante una defensa cálida, pastoral y rigurosa de las reivindicaciones fundamentales de la Reforma. También incluye una defensa de esta herencia común desde la perspectiva de los distintivos anabaptistas/bautistas que reconoce importantes diferencias con los re—formadores magistrales. Por ambas razones, ¿Por qué la Reforma aún importa? representa una valiosa contribución a los debates continuos en la iglesia global.

Michael Horton,

J. Gresham Machen Profesor de Teología Sistemática y Apologética, Westminster Seminary California; autor, Calvin on the Christian Life.

Los autores Michael Reeves y Tim Chester han hecho una contribución sólida a la conmemoración de la Reforma en su claro relato de lo que los principales reformadores, especialmente Martín Lutero y Juan Calvino, enseñaron acerca de Jesús, la gracia de Dios, las Escrituras, los sacramentos y otros temas importantes. Con el quingentésimo aniversario de la publicación de las noventa y cinco tesis de Martín Lutero acercándose rápidamente, este oportuno libro subraya la importancia vital de aquello a lo que él y otros de los primeros protestantes dedicaron sus vidas

Mark Noll,

Francis A. McAnaney Profesor Emérito de Historia, Universidad de Notre Dame; editor de Protestantism after 500 Years.

Reeves y Chester explican de forma clara y directa la importancia vital de la Reforma, resumen su mensaje y muestran su relevancia continua. ¿Por qué la Reforma aún importa? puede constar únicamente de trescientas páginas, pero vibra con vida. Un logro brillante por parte de dos doctores de la iglesia actuales, y un pequeño gran libro.

Sinclair B. Ferguson,

Profesor de Teología sistemática, Redeemer Seminary, Dallas; autor, The Whole Christ.

Si existe alguna duda acerca de si la Reforma sigue importando o si la iglesia necesita reformarse siempre, Reeves y Chester las disipan. Encantador y sabio, este libro provee razones sólidas para ser protestante y ofrece explicaciones bíblica e históricamente precisas de formulaciones doctrinales fundamentales. Cuando los cristianos protestantes alrededor del mundo celebren el quinientos aniversario de la Reforma de 1517, encontrarán un sólido aliento aquí. ¡Semper reformanda!

Sean Lucas,

Profesor de Historia de la Iglesia, Reformed Theological Seminary, Jackson, Mississippi; Senior Minister, The First Presbyterian Church, Hattiesburg, Mississippi; autor de God’s Grand Design: The Theological Vision of Jonathan Edwards.

Tim Chester y

Michael Reeves

¿POR QUÉ
LA REFORMA
AÚN IMPORTA?

Conociendo el pasado,
para reflexionar sobre el presente
y dar forma al futuro

PUBLICACIONES ANDAMIO

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Publicaciones Andamio es la editorial de los Grupos Bíblicos Unidos en España, que a su vez es miembro del movimiento estudiantil evangélico a nivel internacional (IFES), cuya misión es hacer discípulos y promover el testimonio de Jesús en los institutos, facultades y centros de trabajo.

¿Por qué la Reforma aún importa?

© Publicaciones Andamio, 2017

1a edición abril 2017

Why The Reformation Still Matters

© Michael Reeves y Tim Chester , 2016

Todos los derechos reservados. Esta traducción de Why The Reformation Still Matters publicada primeramente en 2016 se publica con el permiso de Crossway, un ministerio de publicación de Good News Publishers. Wheaton, Ilinois 60187, USA.

Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin la autorización de los editores.

Traducción: Loida Viegas

Diseño cubierta e interior: Jonatán Burgazzoli

Fotografía de la cubierta: ViewApart / iStock by Getty Images

Maquetación ebook: Sonia Martínez

Depósito legal: B. 6206-2017

ISBN: 978-84-946830-6-0








En memoria de

Edward Coombs.

Amó a Jesucristo y vivió para él.

El mundo no era digno de él.

Índice

INTRODUCCIÓN

1. JUSTIFICACIÓN

¿Cómo podemos ser salvos?

2. ESCRITURAS

¿Cómo nos habla Dios?

3. PECADO

¿Cuál es nuestro problema?

4. GRACIA

¿Qué nos da Dios?

5. LA TEOLOGÍA DE LA CRUZ

¿Cómo sabemos qué es cierto?

6. UNIÓN CON CRISTO

¿Quién soy yo?

7. EL ESPÍRITU

¿Podemos conocer verdaderamente a Dios?

8. LOS SACRAMENTOS

¿Por qué tomamos el pan y el vino?

9. LA IGLESIA

¿A qué congregación debo unirme?

10. LA VIDA COTIDIANA

¿Qué diferencia marca Dios los lunes por la mañana?

11. GOZO Y GLORIA

¿Sigue importando la Reforma?

INTRODUCCIÓN

Hace quinientos años, un joven monje alemán caminó desde su monasterio, cruzando la ciudad de Wittenberg, hasta la iglesia del castillo. La puerta de la misma hacía las veces de tablón de anuncios público. Allí clavó el monje un cartel con noventa y cinco declaraciones o tesis. Su nombre era Martín Lutero (1483—1546).

Las noventa y cinco tesis eran una invitación al debate público. Eran la versión del siglo XVI de una provocadora entrada de blog invitando al debate online. Su motivo fueron las prácticas del fraile dominico Johann Tetzel (1465—1519). El amigo íntimo y colega de Lutero, Philipp Melanchthon (1497—1560), describió a Tetzel como “un adulador muy audaz”.1 “Un trepa descarado”, podríamos decir hoy. La mayoría de las personas de la época creían en el purgatorio, un lugar de tormento al que las personas iban tras su muerte de forma que podían ser purgados de sus pecados antes de pasar al cielo. Tetzel estaba vendiendo indulgencias —promesas del papa que permitían a las personas reducir su tiempo en el purgatorio. “Tan pronto como la moneda en el cofre suena, el alma del purgatorio vuela”, decía la cancioncilla.

Las noventa y cinco tesis de Lutero eran una protesta contra estas indulgencias y la preocupación de la iglesia por la riqueza. No consistían en una serie de declaraciones particularmente radicales, sin duda no según los estándares del pensamiento posterior de Lutero. No cuestionaban la existencia del purgatorio, ni siquiera el valor limitado de las indulgencias. Sin embargo, golpeaban a la iglesia donde era más vulnerable: en el bolsillo.

El arzobispo local se quejó al papa. Pero la oposición motivo a Lutero y este comenzó a atacar a la infalibilidad del papa. Quemó la bula papal que amenazaba con su excomunión. El emperador Carlos V convocó una conferencia en la ciudad de Worms. Los amigos de Lutero lo defendieron hábilmente, pero el emperador le llamó finalmente para que asistiera, con la promesa de protección. Ahí estaba Lutero con todo el sistema eclesiástico enfrentado con él. Este dijo:

A través de la misericordia de Dios, pido a su Majestad Imperial y sus Ilustres Señorías, o a cualquiera de cualquier posición, que testifique y refute mis errores, que los contradiga con el Antiguo Testamento y con el Nuevo. Estoy dispuesto, si se me instruye mejor, a retractarme de cualquier error y seré el primero en echar mis escritos al fuego.

El abogado imperial respondió con un tono de reproche:

Tu respuesta no viene a cuento. No deberían cuestionarse cosas que los Concilios de la Iglesia ya han condenado y sobre las que ya se han tomado decisiones... Danos una respuesta clara a esta pregunta: ¿Estás preparado para retractarte o no?

Lutero contestó:

Su Majestad Imperial y sus Señorías piden una respuesta simple. Aquí está, clara y directa. A no ser que las Escrituras me convenzan de error... y la Palabra de Dios cautive mi conciencia, no puedo retractarme de nada, porque actuar en contra de nuestra conciencia no es seguro para nosotros ni está abierto a nosotros. Sobre esto adopto mi postura. No puedo hacer otra cosa. Que Dios me ayude. Amén.2

Las ideas de Lutero se extendieron por Europa, aceleradas por la recientemente inventada imprenta. En muchos lugares encontraron una audiencia preparada. La evidente corrupción de la Iglesia Católica había provocado que muchas personas anhelasen un cambio, y el renovado interés en la enseñanza antigua asociada con el Renacimiento había llevado a un redescubrimiento de las Escrituras.

En la ciudad suiza de Zurich, Ulrico Zuinglio (1484—1531) ya estaba introduciendo reformas sobre la base de su lectura de la Biblia, que él había llegado a considerar la autoridad suprema en todos los asuntos. En un principio, las autoridades católicas acogieron bien sus reformas, pero en 1523, después de dos debates públicos, la ciudad apoyó a Zuinglio y rompió con Roma.

En Inglaterra, las ideas de Lutero influenciaron a William Tyndale (1494—1536). Sirviendo como capellán en Little Sodbury

Manor, cerca de Bath, le sorprendió la ignorancia de los clérigos locales. Son conocidas las palabras que dijo a uno de ellos: “Si Dios guarda mi vida, antes de que pasen muchos años, haré que un niño que maneja el arado conozca más de las Escrituras que tú”.3 Tyndale partió hacia Londres, esperando recibir apoyo de la iglesia para su plan de traducir la Biblia al inglés. Pero el obispo de Londres no estaba interesado, porque no quería que las ideas luteranas se difundiesen en Inglaterra. La oposición a Tyndale creció y finalmente dejó este país para vivir como un prófugo en Alemania y la Bélgica actual. Finalmente lo traicionaron y martirizaron en 1536, pero no antes de que hubiera traducido el Nuevo Testamento y mucho del Antiguo.

En 1536, Juan Calvino (1509—1564) pasaba por Ginebra en su camino hacia Estrasburgo. Pero el líder de la iglesia local, Guillaume Farel (1489—1565), lo persuadió para que se quedara y la ciudad le dio el trabajo de maestro de las Escrituras. Farel era un Reformador, pero carecía de talento para la organización. Así pues, Calvino asumió el liderazgo. Inicialmente, los ciudadanos de Ginebra no estaban seguros de que les gustase la visión integral de Calvino de una ciudad cristiana, y lo destituyeron en 1538. Sin embargo, tres años más tarde, lo reeligieron y pasó el resto de su vida haciendo de Ginebra un motor para las ideas de la Reforma, enviando pastores por toda Europa para plantar iglesias reformadas.

En Inglaterra, los orígenes de la Reforma fueron tanto políticos como religiosos. Enrique VIII (1491—1547) quería divorciarse de su primera esposa, Catalina de Aragón (1485—1536), porque esta no había podido darle el hijo y sucesor que anhelaba. Pero, después de muchos engaños, el papa se negó a aprobar el divorcio.

No ayudó que el papa estuviera en deuda con el Emperador Carlos V, que también era sobrino de Catalina. Así pues, en 1534, Enrique rompió con Roma y pasó a ser la cabeza de la Iglesia de Inglaterra. El rey quería retener la teología católica sin la autoridad romana.

No obstante, aunque los orígenes de la Reforma en Inglaterra podrían haber sido políticos, muchas personas simpatizaban con las ideas de Lutero. El arzobispo de Henry, Thomas Cranmer (1489—1556), era proclive a la reforma protestante. Su libro de oración, “el Libro de Oración Común”, escribió la teología de la Reforma en la liturgia semanal de las iglesias parroquiales de Inglaterra. En los años siguientes, Inglaterra vaciló entre el protestantismo y el catolicismo hasta que Isabel I (1533—1603) asentó al país en su propia versión peculiarmente inglesa del protestantismo (una versión que decepcionó a los puritanos).

Lutero publicó sus noventa y cinco tesis el 31 de octubre de 1517. La Reforma fue un movimiento complejo con muchos afluentes. No fue la obra de un hombre o un movimiento. Sin embargo, el 31 de octubre de 1517 ha adoptado un significado simbólico. Más que cualquier otro acontecimiento, reúne todas las condiciones para ser el pistoletazo de salida que lo puso todo en marcha.

Pero quinientos años después, ¿sigue importando la Reforma?

Importa porque es nuestra historia. Si eres anglicano, bautista, hermano, congregacional, independiente, luterano, menonita, metodista, pentecostal, presbiteriano, o reformado, estas son sus raíces. Tu historia puede trazarse remontándose a estos acontecimientos de hace quinientos años.

No obstante, ¿son los reformadores como unos abuelos incómodos? ¿Son una parte de nuestra historia que deberíamos dejar atrás o que podemos ignorar sin problema? ¿O son quizás héroes que nos contentamos con idolatrar a una distancia segura?

Las sensibilidades de la Reforma pueden parecer, sin duda, extrañas a las personas modernas. ¿Cayó realmente Europa en la agitación por los debates acerca de si la justicia era “imputada” o “impartida”, siendo una de ellas la declaración de que estamos bien con Dios y la otra simplemente un nuevo poder para obtener la aprobación de Dios? ¿Discutían realmente las personas acerca de si somos salvos solo por la fe, o por la fe y las obras combinadas? ¿Hubo realmente un tiempo en el que la teología importaba tanto a las personas?

¿Es la Reforma un sinónimo de malas noticias?

Hace poco, yo (Tim) estaba viendo un documental en televisión, cuando el narrador dijo: “La Reforma y la amargura y división que representa nos recuerdan los peores aspectos de nuestros instintos religiosos”. Como puedo retroceder en mi televisor, pude comprobar que lo había oído bien. Estas palabras tipifican la actitud de muchos. La gente supone que la religión es una cosa misteriosa. Y con esta suposición llega otra: pretender conocer la verdad y cuestionar la percepción de la misma por parte de otras personas es un acto ridículo de arrogancia. Pelearse por la religión es duro, una negación de justo aquello que pretendes seguir.

Sin duda, es cierto que podemos actuar hacia las personas con las que no estamos de acuerdo de formas que niegan el evangelio que profesamos, y en ocasiones los líderes de la Reforma fueron culpables de esto. Sin embargo, la suposición tras tales actitudes es que no merecía la pena llevar a cabo las divisiones de la Reforma, la verdad no importa realmente.

Pero consideremos lo que estaba en juego. En su raíz, la Reforma era una disputa acerca de cómo conocemos a Dios y cómo podemos estar bien con él. Estaba en juego nuestro futuro eterno, una elección entre el cielo y el infierno.

Y sigue estándolo. Que a nuestro mundo moderno le parezca extraña la Reforma dice tanto de nosotros como de los reformadores. Deja al descubierto nuestra preocupación por este mundo material y esta vida fugaz. Si hay un mundo más allá de este y una vida más allá de esta, no parece importarnos mucho, —fuera de la vista, fuera del pensamiento—. Es una posición muy curiosa cuando hay tanto en juego. Para los reformadores no había necesidad más acuciante que la seguridad frente el juicio divino, y no había acto más amoroso que proclamar un mensaje de gracia que concedía la vida eterna a aquellos que respondían con fe.

La Reforma continúa importando porque la vida eterna sigue haciéndolo.

La Reforma: ¿Son noticias de ayer?

La Reforma sigue importando porque los debates entre católicos y protestantes no han cesado. Hoy hay voces que declaran que la Reforma ha terminado. Reivindican que cualquier diferencia sustancial entre católicos y protestantes ha desaparecido o se ha visto superada por preocupaciones más urgentes. No tiene sentido, según esta línea de pensamiento, vivir nuestras vidas como si estuviéramos aún enredados en el siglo XVI.

En 1994, numerosos dirigentes evangélicos y católico romanos firmaron un documento titulado Evangélicos y católicos juntos. Aunque destacaba diferencias continuas, este controvertido documento hacía un llamamiento a la aceptación mutua y el testimonio común. Entre los firmantes estaba el historiador evangélico Mark Noll. En 2005 publicó un libro (con Carolyn Nystrom) titulado Is The Reformation Over? [¿Ha terminado la Reforma?]. Él reconoce que la respuesta es compleja. Pero Noll declara que sobre la justificación “muchos católicos y evangélicos creen ahora aproximadamente lo mismo”. Aunque identifica la naturaleza de la iglesia como una diferencia continua, Noll dice:

Si es cierto, como repitieron frecuentemente una vez protestantes conscientes de su vinculación con Martín Lutero o Juan Calvino, que iustificatio articulus stantis vel cadentis ecclesiae (la justificación es el artículo sobre el que la iglesia se mantiene firme o cae), entonces la Reforma ha terminado.

Destacando numerosos ejemplos de cooperación, Noll dice que las diferencias entre católicos y evangélicos son “infinitesimales” en comparación con las que ambos tienen con el cristianismo liberal y la cultura secular.

Por supuesto, se han producido muchos cambios a lo largo de los pasados quinientos años. En muchos asuntos morales como el aborto, católicos y protestantes se encuentran haciendo un frente común. Y han cambiado muchas cosas dentro del catolicismo y el protestantismo. Ambos han recibido el impacto del modernismo y el posmodernismo. Si las diferencias se están reduciendo, es frecuentemente porque muchos católicos ya no siguen la enseñanza papal oficial, y muchos protestantes están perdiendo las perspectivas bíblicas obtenidas en la Reforma. Necesitamos un enfoque más sólido, y no más débil, sobre la teología de la Reforma.

Católicos y protestantes del siglo XVI reconocieron que tenían mucho en común. Esto no es nada nuevo. Pero también sabían que las diferencias entre ellos eran fundamentales. No podían ignorarse entonces, y tampoco hoy. Las fisuras de la Reforma no han desaparecido. Nuestro argumento es que, en asuntos fundamentales como la justificación y las Escrituras, las mismas se mantienen y no son desdeñables.

Pero la Reforma sigue importando no solo en el debate con el catolicismo. El propósito de esta siempre fue ser un proyecto continuo. Uno de sus lemas era semper reformanda, traducido habitualmente “siempre reformando”; pero una mejor traducción puede ser “siempre siendo reformado” (por la Palabra de Dios). No describe un movimiento hacia adelante en dirección a algún horizonte desconocido, sino uno continuo de vuelta a la Palabra de Dios.

En este libro destacamos algunos énfasis fundamentales de la Reforma y exploramos su relevancia contemporánea. Echamos un vistazo a determinadas preguntas: ¿cómo podemos obtener la aprobación de Dios? ¿Cómo superamos el pecado en nuestras vidas? ¿Cómo nos habla Dios? ¿Cómo podemos saber qué es verdad? ¿Por qué tomamos pan y vino? ¿A qué iglesia deberíamos unirnos? ¿Qué diferencia marca Dios los lunes por la mañana? ¿Qué esperanza tenemos frente a la muerte?

Nuestro argumento es que quinientos años después, a las iglesias evangélicas les sentaría bien redescubrir la teología de la Reforma. El pensamiento de los reformadores no solo cuestiona la práctica católica, sino también muchos aspectos de la evangélica. Los reformadores no son abuelos incómodos: son compañeros de conversación vitales, con el potencial de renovar y revitalizar nuestras iglesias.


1. Philip Melanchthon, The Life and Acts of Martin Luther (1549), acceso el 24 de febrero de 2016, http://www.iclnet.org/pub/resources/text/wittenberg/melan/lifea—01.txt.

2. Martín Lutero, “The Diet of Worms: Luther’s Final Answer”, citado en Henry Bettenson y Chris Maunder, Documents of the Christian Church, 4a ed. (Oxford: Oxford University Press, 2011), 214.

3. William Tyndale, The Works of William Tyndale, 2 vols. (Cambridge: Parker Society, 1848; repr., Edinburgh: Banner of Truth, 2010), 1:xix.